La sequí­a causada por El Niño descubrió las ruinas de Potosí­, un pueblo enclavado en los Andes venezolanos que desapareció en los 80, sumergido por la construcción de un complejo hidroeléctrico en el norte del estado Táchira, fronterizo con Colombia.

A 1,185 metros sobre el nivel del mar, en el descampado donde alguna vez existió Potosí­, se avistan hoy la fachada de una Iglesia, los vestigios del cementerio y algunos bloques de lo que fueron viviendas, constataron periodistas de AFP.

El pequeño pueblo fue desalojado en 1984 para ceder espacio a la Central Hidroeléctrica Uribante-Caparo, que suministra energí­a a los estados andinos de Venezuela.

Pero poco a poco, ante la severa sequí­a de los últimos años, sobre todo en 2016, el embalse de la represa se fue secando.

Por tierra, los visitantdescarga (3)es arriban a la entrada del embalse La Honda, la represa más antigua del complejo. Luego toman embarcaciones con capacidad para unas siete personas, que surcan las aguas del dique durante 10 minutos hasta llegar a Potosí­.

Durante los meses de sequí­a, los pobladores del norte tachirense visitan Potosí­ para acampar los fines de semana, e incluso celebrar bodas y bautizos, mientras algunas cabezas de ganado pastan en los predios.

UNA NUEVA VIDA

Potosí­ se encuentra a casi 300 km de San Cristóbal, capital de Táchira, en la ví­a hacia Pregonero, el pueblo en el que fueron reubicados muchos de los habitantes desalojados por las obras de la hidroeléctrica.

Nacida en Potosí­, Mireya Pérez era adolescente cuando el gobierno del entonces presidente Carlos Andrés Pérez ordenó la desocupación del poblado.

Hoy visita las ruinas con frecuencia para “recordar dónde viví­an los vecinos y dónde jugábamos cuando éramos niños”, comentó.

Aunque el padre de Pérez cuidaba fincas y no era propietario de un terreno, las autoridades lo indemnizaron con un capital que le permitió comprarse una casa nueva en Pregonero y “empezar una nueva vida”.

“Cuando vimos que el agua nos llegaba a una distancia de casi cinco metros de la casa, entendimos que debí­amos salir de Potosí­. La compañí­a eléctrica nos convenció y sacamos lo poco que nos quedaba en una lancha y en helicóptero”, recuerda.

Tras la evacuación, pasaron varios años para que el embalse se llenara y se terminaran las obras del complejo.

“A raí­z de la primera inundación del embalse, en los 90, decidimos elevar la cruz que estaba sobre el campanario dos metros para que pudiera apreciarse cuando el embalse estuviera en su máxima capacidad”, contó Genaro Rojas, un campesino de 60 años que nació en el pueblo y vive en San Cristóbal.

Funcionarios de la compañí­a estatal Corpoelec, que pidieron reservar su identidad, estiman que para recobrar hoy el nivel máximo del embalse La Honda tendrí­a que llover durante 24 meses seguidos en la zona.

La crisis energética que afecta a Venezuela ha llevado al gobierno del presidente Nicolás Maduro a implementar un racionamiento del servicio eléctrico en los estados más poblados e industrializados del paí­s, incluyendo Táchira.

Maduro ha señalado que la sequí­a de los últimos dos años es la peor en cuatro décadas, y ha causado estragos en el sistema hidroeléctrico venezolano, llevando el embalse de la represa de Guri, la más importante del paí­s, a “los niveles más bajos de toda la historia”

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