karenEDITORIAL.- Cuando una mujer muere a manos de su pareja, expareja, novio, amante… empiezan a surgir los comentarios sobre cómo era su relación. Si antes, ya la habí­a golpeado, o si fue en un ataque momentáneo. Y los que, por estar detrás de la noticia, nos dedicamos a ver con frecuencia este tipo de escenas macabras y situaciones decepcionantes, siempre llegamos a la misma historia.
Los familiares, el entorno de la mujer fallecida clama al cielo preguntándose por qué no hizo caso nuestra hija, hermana, amiga… cuando todos le decí­an que ese hombre era violento. Cuando después de pegarle la primera vez, vieron que esa relación ya no tení­a ilusión y se habí­a convertido en una máquina del tiempo en la que en algún momento, en el lugar menos esperado y por la circunstancia menos influyente, el maltratador volverí­a a surgir como el Ave Fénix para caer de nuevo en esa violencia cobarde que sólo usan aquellos que están llenos de odio y complejos.
A pesar de que él le dijo que todo iba a cambiar, que ya era otra persona, que se habí­a dado cuenta del error cometido, que su vida ahora serí­a de rosas y flores… a pesar de todas esas mentiras, el maltratador siempre estará ahí­. El que pegó una vez lo volverá a hacer, y el grado de violencia irá incrementándose hasta el trágico final en el que aparecemos los reporteros porque un cuerpo yace tendido, inerte.
Por desgracia esta semana ha fallecido otra mujer de manos de otro cobarde… y su hermana se debate entre la vida y la muerte. Hablando con los familiares nos damos cuenta de que nuevamente, es la misma historia de siempre. Yo le dije… que ese hombre era malo, que habí­a tenido un pasado complicado con otras relaciones en las que ya abusó y maltrató… Yo le dije, pero no hizo caso.

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