rescate-sirio(CNN) —Sandra Tsiligeridu regresaba de unas vacaciones en la isla griega de Kos con sus familiares y amigos el jueves 27 de agosto cuando vio algo raro en el mar.

Parecí­a que un par de manos ondeaban desde las aguas profundamente azules del mar Egeo. Tal vez se trataba de un buzo; tal vez era alguien más. Dimitris, el esposo de Tsiligeridu, desaceleró su bote bimotor y viró a la izquierda para no golpearlo.

Conforme se acercaban, Tsiligeridu se dio cuenta de que algo terrible estaba ocurriendo y le gritó a Dimitris que regresara.

Lo que vio después marcarí­a su vida para siempre.

Flotando en las aguas agitadas estaba un hombre semiconsciente aferrándose desesperadamente a un chaleco salvavidas.

“Las olas eran enormes”, contó Tsiligeridu, exmodelo y actriz, a CNN. “Cuando nos acercamos, vimos a una persona en estado lamentable”.

Tsiligeridu cuenta que superó su miedo a las enormes olas y dejó que sus reflejos dominaran. Se inclinó fuera del bote, tomó la mano del hombre y sus amigos le ayudaron a sacarlo del mar.

“Estaba tan débil que no podí­a ponerse de pie ni caminar”, recuerda. “Lo único que pudo decir es que provení­a de Siria”.

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‘Le arrojaron un chaleco salvavidas y se perdió’

Tsiligeridu dice que llamaron de inmediato a los guardacostas griegos, quienes les contaron la historia del hombre.

El mismo dí­a en que estos alegres vacacionistas griegos planeaban hacer una excursión de esnorqueleo en la isla de Pserimos, Mohammed Besmar se preparaba para un viaje mucho más peligroso.

Al amanecer, Besmar se subió a un pequeño bote en las playas de Turquí­a con la intención de viajar a Kos junto con otros 39 refugiados que escapaban de la guerra civil en Siria.

Pero pronto se encontraron en problemas: perdieron uno de los remos del bote y Besmar saltó al mar para recuperarlo, arriesgando su vida para salvar a los demás pasajeros, algunos de los cuales estaban enfermos.

“Mohammed fue el más valiente de todos y saltó al agua para agarrarlo (el remo) con el fin de que pudieran llegar a Grecia”, cuenta Tsiligeridu a CNN.

“Sin embargo, las corrientes fuertes y las olas grandes no lo dejaron regresar al bote… el resto de los pasajeros logró arrojarle un chaleco salvavidas y luego lo perdieron por completo”.

Besmar se alejó flotando y quedó perdido en el mar durante 13 horas; lo único que lo separaba de una muerte segura era un chaleco salvavidas, cuenta Tsiligeridu.

“Junto a él pasaban botes, pero él no tení­a las fuerzas para gritar. No sabí­a si podí­an verlo o no, no sabí­a nada y se desorientó”, dice.

Un oficial de la Guardia Costera en Kos confirmó la historia y dijo que habí­an emprendido una misión de búsqueda, pero no quiso dar detalles sobre su desaparición.

El oficial, quien habló bajo anonimato, dijo que la Guardia Costera supo que Besmar estaba perdido en el mar cuando los refugiados del bote llegaron a tierra.

‘Salvarlo fue lo más natural del mundo’

Para cuando Tsiligeridu y sus amigos sacaron a Besmar del agua, estaba medio consciente, cuenta.

“Estaba temblando, tení­a hipotermia”, contó a CNN. “Gracias a Dios mi esposo es médico, le dio primeros auxilios”.

“De inmediato tomé nuestras toallas y lo cubrí­. Lo abracé y traté de mantenerlo lo más caliente posible”.

Luego, abrumada, Tsiligeridu se derrumbó.

“Sollocé (todo el tiempo) porque desde el momento en el que vi a una persona en el agua mi alma se entristeció profundamente y me imaginé en su lugar”, cuenta.

“En ningún momento pensé en si lo que estábamos haciendo era peligroso, si estaba permitido o si era ilegal: un alma humana estaba en peligro y tratar de salvar a esta persona para mí­ fue lo más natural del mundo”.

Empapado y exhausto, Besmar llegó a la costa, en donde se separaron por el momento.

Al dí­a siguiente, Tsiligeridu publicó en Facebook una foto suya con Besmar que se volvió viral. Para ella, la imagen es una clara prueba de un “acto de amor”.

“Fue increí­ble, no puedo explicarlo”, dice. “No cabe duda de que mi vida ha cambiado después de este incidente porque nos dimos cuenta de algunas cosas: antes, en Grecia estábamos muy enojados y frustrados por la situación: no hay organización, no hay Estado, no hay previsión social que pueda ayudar a todas estas personas”.

“Son almas humanas inocentes, no han hecho nada malo, solo tratan de impedir que su familia, sus hijos y ellos mismos se ahoguen. Lo que está pasando es trágico”.

‘Habrí­a muerto en 10 minutos’

En Facebook, Besmar agradeció a Tsiligeridu y dio una explicación desgarradora del por qué habí­a decidido arriesgar su vida para llegar a Grecia.

“Antes doy las gracias a quienes colaboraron para salvarme de morir ahogado; quiero ofrecer una disculpa [al] gobierno griego porque entré en el territorio ilegalmente, pero no encontré otra solución para escapar del infierno de la guerra en mi paí­s, Siria”, escribió.

Tsiligeridu dijo a CNN que ha hablado con Besmar después del incidente. Dice que le dijo que habrí­a muerto si hubieran llegado 10 o 15 minutos después. Besmar se ha recuperado y planean reunirse en Atenas esta semana.

El rescate de Besmar es una buena noticia muy necesaria en el torrente incesante de historias trágicas que salen de Europa en la lucha por lidiar con la cantidad sin precedentes de inmigrantes en sus costas.

Hasta este punto del año, más de 300,000 refugiados e inmigrantes (en su mayorí­a procedentes de Siria, Iraq y Afganistán) han huido a Europa por el Mediterráneo; hay una gran diferencia respecto a los 219,000 de todo 2014, según Naciones Unidas. Más de dos terceras partes de estas personas han llegado a Grecia.

El mundo quedó impactado y desconcertado por las desoladoras imágenes de un niño sirio muerto al que el mar arrojó en una playa de Turquí­a el miércoles 2 de septiembre: era una de las 12 personas que murieron en su intento de hacer el mismo viaje a Kos que casi le cuesta la vida a Mohammed Besmar una semana antes.

El presidente de Turquí­a, Reccep Tayyip Erdogan, dijo a CNN el jueves 3 de septiembre que él y su familia estaban “devastados” por la muerte de Aylan Kurdi y dijo que “el mundo occidental entero tiene la culpa” por no poder responder eficazmente ante el calvario de los refugiados.

Tsiligeridu tiene tres hijos y cree que la forma en la que Europa ha manejado la crisis de los refugiados es “exasperante”; agrega que nunca habrí­a imaginado que su acto de bondad provocarí­a tales demostraciones de apoyo.

“Europa está sentada en su sillón y mira las noticias en televisión con las manos atadas, no hace nada… Creo que se necesitan acciones drásticas a gran escala”.

“Estas son las cosas que los polí­ticos nos han dado: miedo, estrés, humillación, frustración, ira; por eso creo que este acto tuvo tal impacto”, dice.

“Creo que cualquiera habrí­a hecho lo mismo si es que se quieren hacer llamar humanos”.

Con información de Elinda Labropoulou.

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