violencia-de-genero1EDITORIAL.- Con una pregunta titulamos esta editorial. ¿El motivo de escribir estas lineas? Ya asustan los números, las cifras de violencia contra las mujeres en la región carboní­fera se incrementan rápidamente. Esto es una lacra que debe erradicarse de nuestra sociedad, cada dí­a, prácticamente , aparecen casos de violencia doméstica. El maltrato a la mujer en sus casas, en las calles, en relaciones podridas se está convirtiendo en algo preocupante y todos los que vivimos en esta tierra de bien, debemos tomar conciencia de este mal que nos aqueja.
Los problemas son muchos, si hablamos con expertos nos dirán que los principales puntos en común de la violencia de género son el machismo, la falta de educación, la familia sin valores, y la incorporación de la mujer al mercado laboral. Este último apunte es significativo, todaví­a hoy, en pleno siglo XXI hay hombres que no pueden tolerar que su esposa, novia o pareja tenga una independencia laboral y económica.
Son muchas las ocasiones que nos encontramos con frases como “la mujer debe estar en casa”. Esta frase, que maltrata por sí­ sola la dignidad de la mujer, es el fruto de años de machismo consentido socialmente. La falta de educación en muchas capas sociales hace que la liberación e independencia de la mujer no se pueda tolerar.
La mujer tiene derechos, derechos como los de cualquier hombre, la igualdad de género debe existir y el respeto dentro de la familia nunca se puede perder. No nos damos cuenta que con un solo insulto dentro de las cuatro paredes de un hogar, ya se están poniendo las bases para un futuro maltrato. Alguno podrá pensar que se está exagerando con esta afirmación, pero el respeto, la pérdida del mismo hacia tu pareja es ya el primer paso para un maltrato fí­sico.
El condicionar a una mujer a través de la palabra, el restarle dignidad y capacidad de decisión en su vida, ya es maltrato psicológico. Nadie tiene derecho sobre la otra persona a la que se supone debes amar y respetar.
Qué impotencia sufren los que viven este entorno, familiares, mamás y hermanas, que guardan silencio público por el tan famoso ¿Qué dirán? Qué impotencia para estos familiares que ven que cuando una mujer es golpeada, perdona a su agresor a los dos meses porque le llevó flores. Quizás rosas en un bello ramo, parecido al que pondrán sus familiares en su lápida cuando muera a manos de un desalmado que lloró, meses antes, como corderito buscando su perdón.
Qué tristeza ver cada dí­a como siguen cayendo los golpes en los rostros femeninos. Qué tristeza que nadie levante la voz. Deben existir condenas más firmes para los que golpean sin piedad a un ser habitualmente más frágil en lo fí­sico. Basta ya de que las mujeres tengan miedo a denunciar porque nadie les va a hacer caso. Basta ya de que cobardes golpeen sin piedad solo porque se creen superiores. Basta ya de impunidad.

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