Carlos Urzúa, el exsecretario de Hacienda del gobierno de Andrés Manuel López Obrador habló con Proceso. En entrevista con Hernán Gómez Bruera detalló seis discrepancias claves que tuvo con el tabasqueño.

1.- Alfonso Romo y el conflicto de interés

–¿Dónde están tus principales diferencias con Alfonso Romo?

–Me cuesta entender el tipo de relación que tiene con el presidente. Ideológicamente Romo es un hombre de extrema derecha y en términos sociales oscila entre el Opus Dei y los Legionarios de Cristo. ¿Cómo un hombre así, que llegó a admirar a Augusto Pinochet y a Marcial Maciel, acabó no sólo siendo amigo de López Obrador, sino incluso siendo el jefe de la Oficina de la Presidencia?

“Ahora bien, es verdad que aun cuando Romo trató de usar su influencia para apoderarse de las secretarías de Hacienda y de Economía, el presidente no lo dejó. Pero sí pudo imponer a Margarita Ríos-Farjat en el SAT y a Eugenio Nájera en Nafinsa y Bancomext. Este último ha sido desde siempre su mano derecha en el sector empresarial, mientras que para que ella pudiera ser impuesta se tuvo que cambiar la propia Ley del SAT.”

–¿Alfonso Romo tiene algún conflicto de interés?

–Es una buena pregunta, y es precisamente a él a quien aludo en mi carta de renuncia. Un conflicto de interés existe cuando una actividad personal o de negocios de un servidor público podría eventualmente interferir con el ejercicio de sus funciones.

“No estoy diciendo que esto haya pasado en el caso de Romo, no me consta, pero dado que en la jefatura de la Oficina de la Presidencia se maneja a diario un cúmulo de información económica confidencial, uno quisiera que Alfonso Romo y sus familiares hasta de primer grado no tuvieran actualmente participación accionaria alguna en la Casa de Bolsa Vector.”

–¿Qué está buscando Alfonso Romo en este gobierno? ¿Cuál es su agenda?

–Creo que su fin último es renacer. Después de haber estado en la lista de Forbes está buscando ser lo que alguna vez fue. Es entendible que esté tratando de encontrar nuevamente un espacio. Entiendo su postura, lo que no puedo entender es que López Obrador lo tenga en su gobierno.

2.- Construcción del aeropuerto de Texcoco

–Tus razones para salir fueron más profundas que Romo. ¿Por qué decides irte?

–En uno de los párrafos de mi carta me refiero a una serie de políticas públicas sin sustento. No quiero hablar de todas, pero de entrada te puedo decir que yo sí estuve a favor de que continuara la construcción del aeropuerto de Texcoco. Creo que la obra estaba muy avanzada y había demasiado dinero de por medio. Si bien es cierto que muchos de los terrenos aledaños estaban controlados por gente vinculada a la administración anterior, un gobierno fuerte como el de López Obrador podría haberlos expropiado por razón de Estado.

–Dicen que tus principales diferencias han sido frente a los grandes proyectos… ¿Cómo los ves en general?

–Yo no me opongo a los grandes proyectos. Creo que un país como el nuestro debe tenerlos. Tengo mucha fe en algunos de ellos que creo serán exitosos y no serán muy caros. Uno de esos es el Corredor Interoceánico, que en dos años puede empezar a funcionar. La clave es tener una sola empresa que brinde el servicio y no que quede en manos del Estado; ahí sí hay una diferencia dentro del gobierno. Obviamente no se pretende ganarle a Panamá, pero hay buques inmensos que no caben por el Canal y podrían utilizarlo. Algo que además no se sabe es que por el Canal de Panamá circula una gran cantidad de mercancía mexicana que podría pasar por aquí.

3.- La refinería de Dos Bocas

–¿Pero dónde están las discrepancias?

–Yo no hubiera puesto tanto dinero este año para proyectos que no podían despegar rápido. Santa Lucía no empezará sino al menos en tres meses, el Tren Maya sigue en diseño… ¿Para qué poner tanto dinero ahí cuando podría utilizarse para carreteras y otras cosas? Eso explica en gran medida por qué la inversión pública se cayó. Se ha puesto el dinero en grandes proyectos que apenas están empezando a madurar. Probablemente el presidente quiso asignarles recursos para mandar la señal de que esos proyectos iban en serio, pero creo que fue un error.

“Hacer una refinería como la de Dos Bocas no es óptimo en las condiciones actuales. Los encargados de construirla dicen que costará unos 8 mil millones de dólares. Sin embargo, la gran mayoría de las empresas señala que no se puede hacer por menos de 15 mil millones de dólares y la mayoría de los expertos aseguran que no puede hacerse en tres años. Por eso la licitación estuvo desierta. Tú no puedes persistir en una idea cuando hay empresas que saben más que tú y dicen lo contrario. El problema de este gobierno es su voluntarismo.

4.- Plan de negocios de Pemex

“Otra de mis diferencias tiene que ver con el plan de negocios de Pemex. Creo que ese plan puede ser muy bueno y se puede sanear la situación de la empresa en tres años. Sin embargo, eso sólo será posible si evitamos proyectos como el de la refinería y nos abocamos de manera intensiva a la exploración y producción de crudo. Hay algunos yacimientos muy generosos en el país. Ixachi, por ejemplo, tiene reservas probadas de mil 300 millones de barriles. Está en tierra y las reservas probadas y posibles rondan, al parecer, los 2 mil millones. Cerca, pero ya en aguas someras, hay otros dos grandes yacimientos. Ahí es donde deberíamos estar poniendo los recursos.”

5.- Bartlett y el gasoducto

–¿Pero qué fue lo que más te hizo enojar? ¿Cuál fue la gota que derramó el vaso? ¿Pasó algo en particular?

–Pasó algo de lo que no quiero hablar porque involucra a mucha gente. Puedo referir, sin embargo, cuál fue una de las gotas que casi derramó el vaso. Un alto funcionario y yo fuimos a comentarle al presidente hace unos días que lo que está haciendo la CFE no es en beneficio de México. En particular, le hablamos de un caso. Resulta que Bartlett, que tiene una fuerte visión estatista, encontró varios contratos de empresas extranjeras de construcción de gasoductos que para él son un robo a la nación.

“Uno de los gasoductos paradigmáticos es el que va de Texas a Tuxpan, Veracruz, el cual se firmó hace cinco años y ya se terminó de construir. Ese gasoducto, que provee más de un tercio de toda la demanda de gas en México, fue construido por Transcanada, una paraestatal canadiense, junto con Ienova, una empresa mexicana, subsidiaria a su vez de una estadunidense llamada Sempra. Puede ser cierto que el gasoducto haya salido caro, como afirma Bartlett, pero lo cierto es que nosotros firmamos un contrato y debemos cumplirlo.

“Bartlett no quiere entregar ese gasoducto y pretende renegociar el contrato, pero no está evaluando correctamente su costo, porque al parecer no entiende el concepto de valor presente. Es preocupante que alguien que dirige una empresa de electricidad no entienda el concepto de valor presente. Alguien así no puede dirigir una empresa de electricidad. El problema es que, si no se respeta el contrato, Transcanada demandará a la CFE, porque el gasoducto ya se terminó de construir.

“Mientras ese pleito dura, el gasoducto no se podrá utilizar, lo que nos dejaría imposibilitados de satisfacer un tercio de la demanda de gas. El pleito va a durar años y es muy probable que México lo pierda, además de que no podremos usar ese gasoducto por un buen rato. Eso es jugar literalmente con fuego y con el bienestar de millones de mexicanos que viven en la Península de Yucatán, donde ya están sufriendo apagones severos porque no hay gas.

“Pero hay otros dos problemas extra. Bartlett asegura que esto no va a afectar al T-MEC porque una disputa entre dos empresas se dirime en instancias internacionales. Sin embargo, cualquier empresa, acudiendo al TLCAN, puede invocar la violación de una disposición donde se establece que los Estados no pueden de manera arbitraria y lesiva afectar los intereses de otros países.

“Transcanada ya ha demandado por esa vía a Estados Unidos por temas de gasoductos, por lo que dudo que Bartlett o la 4T los asuste mucho. El último problema es aun más preocupante. Sempra, la matriz de la otra empresa involucrada, es estadunidense y en su consejo está nada más y nada menos que Nancy Pelosi. En el momento en que nosotros nos aventemos el pleito, Pelosi va a bloquear toda posible firma del T-MEC. Para mí este es un ejemplo muy claro de que la política pública debe estar basada en evidencias, no en deseos.”

–¿Cómo reaccionó el presidente cuando le dijiste todo esto?

–Me dijo que yo era un neoliberal. Para López Obrador, cualquiera que lo critique lo es. También me aseguró que Bartlett es un gran abogado y que cómo me atrevía a cuestionarlo.

6.- El memo de austeridad de AMLO

–Una de las grandes críticas a este gobierno tiene que ver con la política de austeridad. ¿Cuál ha sido tu postura frente al tema?

–Desde que llegamos al gobierno sabíamos que había que recortar recursos para liberar fondos que pudieran destinarse a los programas sociales. Cuando presentamos el presupuesto en diciembre, por tanto, ya se habían incluido recortes donde había que hacerlo. En ese primer esfuerzo que se hizo estuve naturalmente de acuerdo. En marzo, sin embargo, se produjo un memorándum del presidente de la República, impulsado por la secretaria de la Función Pública, donde se planteó una reducción extra del gasto, que a mi juicio fue excesiva. Ese sobreajuste al gasto pudo haber causado problemas de operación en las secretarías y realmente dio muy poco dinero extra. No valía la pena hacerlo.

–¿Lo objetaste en su momento?

–No lo objeté, pero tampoco lo aprobé. Sin embargo, era un memorándum del presidente y estaba obligado a acatarlo. Uno de los problemas del memorándum es que no tomó en cuenta la heterogeneidad de las unidades del sector público y puede paralizar parcialmente algunas entidades. Me preocupó lo que tenía que ver con los viajes de los investigadores; eso fue un gran sinsentido. En el caso de los centros públicos de investigación, su presupuesto puede parecer excesivo para gente que no los conoce. Es un problema que quienes están en la Función Pública no tengan un conocimiento claro de la administración pública. Eso puede ser un problema para un gobierno.

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