Coyuca, Benitez.- Pueblos completos en la Costa Grande de Guerrero estuvieron a punto de desaparecer del mapa con las lluvias torrenciales de la tormenta tropical Manuel. Para llegar allá es necesario abordar la única lancha tiburonera que cruza desde Barra de Coyuca, desafiando el mal tiempo y la adversidad. El Loco, como lo apodan los lugareños, realiza unos cuantos viajes al día con medicamentos como insulina y víveres para familiares y amigos que quedaron incomunicados. El paso del fenómeno meteorológico dejó el mar picado, como muestra de su poder. La travesía no es sencilla, hay que sujetarse bien de la embarcación para no salir volando al momento de ingresar a la corriente, que golpea con gran fuerza. Desde el agua, comienza a verse la devastación. Palapas que se fueron al mar, pangas clavadas en la arena y peces muertos en la orilla. Más adelante, viene lo peor. El domingo 15 de septiembre cientos de familias del municipio de Coyuca de Benítez despertaron en la madrugada al sentir que el agua fría cubría sus cuerpos. Ya no hubo festejo por el Grito de Independencia. La mayoría salió despavorida de sus hogares buscando ponerse a salvo; muchos vieron de lejos cómo sus casas no resistían el embate de un río que arrastraba lodo, piedras y animales muertos en las comunidades de Playa Azul, Carrizal, San Nicolás, Espinalillo, Barrio Nuevo, Cahuatitán y Pénjamo. GORRAS EN LUGAR DE VíVERES A pesar de que la Secretaría de Gobernación (Segob) ya emitió la declaratoria de emergencia para Coyuca de Benítez, la ayuda nada más no llega. En vez de despensas y víveres, la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) envío gorras y playeras de la Cruzada Nacional contra el Hambre. Caminando por los poblados nos encontramos a Candelario García, funcionario del municipio que iba a repartir los artículos promocionales con la leyenda “Sin Hambre” a quienes precisamente tienen hambre. “Yo soy aquí del ayuntamiento de Coyuca, pero ellos (Sedesol) ahorita nos pidieron el apoyo de pasar este recurso para hacer una brigadas, Al ser cuestionado sobre el número de despensas que la dependencia federal llevó al municipio, la respuesta fue ninguna, “todavía no nos abastecen”. Después de tantos días de emergencia, la principal preocupación de los operadores gubernamentales es contar los daños, en un censo que todavía no empieza, en vez de atender las necesidades más apremiantes de la población. En Coyuca de Benítez la gente clama por ayuda; en las calles enlodadas aparecen hombres, mujeres y niños con la ropa sucia y varios días de desvelo. Con palas, cubetas y escobas todos tratan de recuperar su vida, suplicando que no los olviden, porque “Guerrero no sólo es Acapulco”.