1478539Excelsior-.

Ciudad del Vaticano-. El papa Francisco aseguró que “la madre no se vende ni se puede vender”, como tampoco “la madre patria”, en una carta que envió al pueblo argentino en la ví­spera de la celebración del Bicentenario de la Independencia.

“Los argentinos usamos una expresión, atrevida y pintoresca a la vez, cuando nos referimos a personas inescrupulosas: ‘este es capaz de vender a la madre’; pero sabemos y sentimos hondamente en el corazón que a la madre no se la vende, no se la puede vender y tampoco a la Madre Patria”, escribió.

El texto fue enviado al presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Santa Fe, José Marí­a Arancedo, justo un dí­a antes que se cumplan 200 años –este 9 de julio- de la firma del acta de independencia de las Provincias Unidas de Sud América, hoy Argentina.

En la misiva, Jorge Mario Bergoglio se mostró cercano con quienes sufren: los enfermos, los indigentes, los presos, los que se sienten solos, los que no tienen trabajo y pasan todo tipo de necesidad, las ví­ctimas de trata, explotación, abusos y drogas.

“Todos ellos sufren el duro peso de situaciones, muchas veces lí­mite. Son los hijos más llagados de la Patria. Sí­, hijos de la Patria. En la escuela nos enseñaban a hablar de la Madre Patria, a amar a la Madre Patria. Aquí­ precisamente se enraí­za el sentido patriótico de pertenencia: en el amor a la Madre Patria”, advirtió.

Reflexiones entre lí­neas de vigencia en la actualidad argentina, después del oneroso y, según muchos observadores, desventajoso acuerdo entre el gobierno y los acreedores internacionales, conocidos como “holdouts” o “buitres”.

Un acuerdo alcanzado pese a la manifiesta fragilidad de la economí­a interna, que se está ensañando con los grupos más vulnerables y la clase media, en parte por los “tarifazos”, el alza drástica en el costo de los servicios básicos como la luz y el gas.

Más adelante, el pontí­fice reconoció que la celebración del bicentenario se proyecta más allá de los lí­mites del paí­s, hacia la “patria grande que soñaron San Martí­n y Bolivar”. Una realidad, siguió, que une a la región como una “familia de horizontes amplios y lealtad de hermanos”.

Por esa patria grande, agregó, también se reza en esta celebración: “que el Señor la cuide, la haga fuerte, más hermana y la defienda de todo tipo de colonizaciones”.

Instó a seguir caminando y mirar hacia adelante, con el apoyo especial de los ancianos y los jóvenes. Es más, el Papa solicitó a estos dos grupos “ayuda” para seguir transitando hacia el destino.

A los mayores, los “memoriosos de la historia”, les pidió “animarse a soñar” sobreponiéndose a la “cultura del descarte” que “mundialmente se nos impone”.

“A los jóvenes les pido que no jubilen su existencia en el quietismo burocrático en el que los arrinconan tantas propuestas carentes de ilusión y heroí­smo. Sólo si nuestros abuelos se animan a soñar y nuestros jóvenes a profetizar cosas grandes, la Patria podrá ser libre”, estableció.

“Necesitamos de abuelos soñadores que empujen y de jóvenes que –inspirados en esos mismos sueños- corran hacia delante con la creatividad de la profecí­a”, insistió.

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