1415891553_131244_1415891701_noticia_normalELPAIS.COM .- Ni una ni dos veces (como ya sospechaban los responsables de la misión), sino tres veces aterrizó el miércoles la sonda espacial Philaeen la superficie del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, a más de 500 millones de kilómetros de la Tierra. Tras el primer contacto con el suelo, el robot Philae rebotó, dio un salto desplazándose un kilómetro, volvió a posarse en el suelo y rebotó una vez más en un salto más pequeño. “Todaví­a no tenemos claro dónde estamos”, ha explicado Stephan Ulamec, jefe del Philae. Los expertos han podido reconstruir esta accidentada e inesperada llegada del robot al cometa analizando los datos que ya han recibido. “Tal vez estamos en el borde este cráter”, indicó Ulamet sobre una fotografí­a tomada por lasonda Rosetta, y bromeó acerca del lugar porque parece ser una de las zonas alternativas que se estudiaron para el aterrizaje, aunque luego se eligió la del primer contacto. Y la operación fue tan precisa que el Philae, llegó en ese primer aterrizaje prácticamente al centro del área definida para la caí­da.

La sonda está en sombra y sus paneles solares no reciben suficiente energí­a, por lo que está funcionando con sus baterí­as primarias. Pero está funcionando y enviando datos cientí­ficos, por lo que los responsables de la misión siguen entusiasmados con el éxito de esta maniobra espacial, realizada y lograda por primera vez y que ya se considera histórica. Y una de sus tres patas está en el aire, o en el espacio, no sobre el suelo.

Desde que ayer miércoles, a las 17.03 (hora peninsular española) llegó a la Tierra la señal de aterrizaje del Philae, desencadenando la euforia en todos aquellos que estaban siguiendo la operación, se están recibiendo datos de la sonda de descenso (siempre a través de la nave en órbita Rosetta con la que llegó al 67P/Churyumov-Gerasimenko). La comunicación con la Tierra no es continua porque se realiza a través de la Rosetta y esta se oculta varias horas al dí­a tras el horizonte del cometa. Pero con los datos recibidos, los responsables de la misión han constatado que los paneles solares no cargan como se esperaba, y no porque estén dañados, sino porque la sonda está bastante en sombra, es decir, no recibe toda la iluminación del Sol que serí­a deseable. “Esta recibiendo una hora y media de sol al dí­a, frente a las seis horas necesarias para cargar las baterí­as”, ha comentado Ulamec desde el centro de control delPhilae, en la agencia espacial alemana DLR, en Colonia (Alemania).

En ESOC se han hecho públicas también las fotos que ya se han recibido y procesado, incluida una panorámica reconstruida con varias tomas que muestran lo que el Philaetiene alrededor. Aparecen pendientes, un acantilado… de ahí­ la sospecha de que puede ser el borde de un cráter.

“Como no estamos anclados al suelo [los arpones de la sonda que debí­an fijarla al llegar a la superficie no se dispararon] tenemos que tener mucho cuidado a la hora de activar los instrumentos cientí­ficos que son mecánicos, pero los demás están funcionando”, ha señalado Ulamec. Así­, uno de los que están comprometidos es el perforador diseñado para agujerear la superficie del cometa, y tomar muestras para analizar su composición. Todaví­a no se ha tomado una decisión definitiva al respecto.

Los datos de los instrumentos de a bordo del Philae es lo que ha permitido reconstruir en pocas horas todo lo que pasó en el accidentado aterrizaje. “La señal que recibimos [a las 17.03] era del primer aterrizaje, y en ese momento, como estaba planeado, la sonda pasó de la fase de descenso a la de operación en suelo y empezó a tomar datos”, ha explicado Ulamec. “Pero no estaba en el suelo sino saltando”.

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