el-infierno-puede-que-no-sea-como-lo-pintan-especial.2008-04-08.0994333136(Notimex) —El infierno no es un lugar abstracto donde moran personajes horrorosos en medio de un fuego eterno, como la tradición lo ha descrito a lo largo de la historia.

Para Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo de la Cultura del Vaticano “el infierno no debe ser figurado en las llamas sino en el hielo, porque es la ausencia de amor, el terror y el rechinar de dientes”.

“El infierno, en primera instancia, puede ser visto como una reliquia del pasado, del periodo paleolí­tico pero en realidad es particularmente importante en el mensaje cristiano”.

El funcionario de la Curia Romana analiza la percepción actual sobre la figura del demonio que, según la tradición católica, representa al “prí­ncipe del mal”, el ángel que se rebeló a Dios y busca inducir a la perdición a las almas.

“Naturalmente el infierno no es el sitio de las flamas que queman, imagen utilizada para representar el lugar de la condenación, es un estado de situación en la cual se encuentran las criaturas que se alejan de Dios”, sostiene.

La sociedad moderna tiene una actitud de olvido y confusión sobre Satanás pese a ser todaví­a un “componente oscuro de la humanidad” reflexiona Ravasi.

“Por desgracia” en la actualidad cuando se habla de infierno inmediatamente aparece una idea que se remonta a la imagen

tradicional y eso provoca confusión en la gente común, incluso cierto tipo de paranoia”.

Pero, advierte, las posturas demasiado flexibles que, por quitar los “lugares comunes” populacheros e “irónicos” sobre el Diablo en realidad terminan por negar su existencia y darle muy poca atención.

“Paraí­so e infierno como destinos y la presencia satánica oscura, aunque sean de difí­cil representación, no son reducibles

simplemente a un juego; se debe evitar el demonio con la cola y todo el aparato irónico pero sin arribar a la indiferencia o la negación del mal”.

“El infierno no pintado de manera pintoresca o folclórica es una categorí­a fundamental sin la cual no tendrí­a sentido el Dios de la justicia o el hombre libre que tiene la última palabra por su libertad”, indica.

El prelado considera que en la Iglesia católica, en los últimos tiempos, se ha dado demasiado importancia a las “verdades terrenales” dejando “un poco de lado” a las “verdades últimas” de la religión.

Una de estas verdades últimas es que la salvación de las almas se da mediante el uso de la libertad, porque los seres humanos pueden elegir entre el bien y el mal, entre Dios y el Diablo, Paraí­so e Infierno.

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