Afuegolento
Lic. Irasema Martí­nez Salazar
Terapeuta Familiar.

Este domingo 22 de Septiembre, inició el otoño y con él un proceso de cambios ambientales. Para muchos es un espectáculo de belleza, ver sus colores rojo, naranja y café tanto en el cielo y como en las hojas que tapizan las calles, percibir los aromas en la vegetación, disfrutar las frutas de temporadas y dar la bienvenida al frio después de las altas temperaturas que sufrimos en la región. Para otros, trae inconvenientes pues es época de sufrir alergias y otras enfermedades. Pero pues bien dicen que lo bueno, nunca es completamente bueno, y a lo malo siempre podemos hallarle su lado positivo. Hay algo muy interesante que podemos aprender de esta temporada y es el Desprendimiento o desapego; Y es que en el otoño, los árboles que reverdecieron en primavera llegan a un punto donde les es difí­cil conseguir agua y mantenerse hidratados, además que los rayos del sol, no los alimentan con la misma intensidad por lo que la mejor decisión que pueden tomar es permanecer en un estado de baja actividad o reposo. No quiere decir que mueren, sino que enfrentan un proceso de desprendimiento de lo que ya no les es necesario para existir, preparándose para empezar algo diferente, una nueva etapa de su existencia. A diferencia de las plantas, los seres humanos, tenemos muchos problemas para desprendernos, bien sea de cosas materiales, emocionales, hábitos o de relaciones dañinas (pareja, amistades, trabajo, compañeros, etc) Hay quienes dicen estar dejando el refresco, pero abusan del café, mientras otros dejan de tomar por un tiempo pero lo sustituyen con cigarros. Cuando de separarse de una persona se trata hay muchas maneras de continuar la relación. Pueden separarse fí­sicamente, pero continuar en una larga espera, colocando los santos de cabeza para que la persona regrese, o bien inmediatamente empezar una nueva relación con alguien muy parecido al que se acaba de ir, no es casualidad que la persona tenga los mismos rasgos fí­sicos, mucho menos que tenga la misma actitud en la relación; Es bueno cuando aporta cosas positivas y se logra el crecimiento de la pareja; Malo, cuando solo se repiten las mismas conductas destructivas de la relación anterior (celos, violencia, machismo, vicios, falta de compromiso, etc.). También podemos desarrollar estas conductas en otras áreas de nuestra vida, como acumular ropa que ya no nos queda, recipientes desechables para cuando se ofrezca, el ropero de la abuela porque tiene un valor sentimental, los libros de cuando fuimos estudiantes porque nos recuerdan la mejor etapa de la vida, lo cierto es que tendemos a pegarnos a las cosas y a las personas, tenemos miedo al cambio, miedo a dejar de pertenecer o perder la identidad, al abandono, preferimos evitar el sufrimiento, evitamos sufrir y no queremos arriesgarnos a conocer algo diferente. Estos cambios resultan tan necesarios para nuestras vidas, cuando nos hemos estancado en algo que ya no funciona, en algo que impide el crecimiento, cuando vivimos con costumbres que nos fueron inculcadas por tradición y no para educación, en algo que nos estorba para seguir nuestro proceso de superación, pensamientos negativos que nos han repetido y los hemos creí­do sin tener fundamento. Es fácil decir, no me supero porque mi esposo no me permite trabajar, o porque nadie me apoya para que estudie, o no soy feliz porque cargo con mis traumas de la infancia. Lo difí­cil serí­a desprenderse de yugo del esposo, (Ojo: del yugo del esposo, no disolver el matrimonio), dejar la comodidad y ponerse a trabajar para estudiar, o bien perdonar los errores de los padres y abandonar cada posible dolor que te hayan causado en la infancia. Eso, desprenderse, es lo difí­cil. Como cita Pablo Coelho -No podemos estar en el presente añorando el pasado. No podemos ser niños eternos ni adolecentes tardí­os, ni empleados de empresas inexistentes ni tener ví­nculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros-. Si aprendemos de la naturaleza y actuamos cada vez que sea necesario, desprendiéndonos de lo que no nos hace falta, reflexionando en que debemos conservar para crecer y que debemos abandonar para dar paso a lo nuevo, iremos por la vida con menos carga, no solo material, sino que lograremos tener menos relaciones conflictivas, menos preocupaciones, menos necesidad de poder y de tener el control de todo lo que nos rodea. Las plantas tienen un ciclo donde florecen, embellecen el lugar donde están, cumplen con sus objetivos, ya sea ornamento, dar sombra o fruto y lo más importante oxigeno a nuestra vida, después de eso toman una receso, un descanso, se desprenden de lo innecesario y se preparan para lo nuevo. Sin dolor, sin aferrarse, sin resentimiento, sin amargura, sin dañar la vida de los demás. ¿Quieres desprenderte? Deja lo que impide tu crecimiento, perdónate y perdona a los demás, deja ir lo que te quita tu tranquilidad y tu paz, agradece porque sucedió y por lo que te permitió aprender. Cumple con tus objetivos, embellece el lugar donde te desenvuelves, se útil a los demás, tomate un descanso, se sabio al abandonar lo que te estorba y sé una bendición a la vida de los demás. Lic. Irasema Martí­nez Salazar. Terapeuta Familiar

1 Comentario

  1. Hola yo estoy segura que las todas las cosas pasan por algo, y en dias pasados me cayo el 20 leyendo el que me prestaste y con este articulo me confirma que no puedo seguirme lamentando porque no termine mis estudios en la universidad que era mi ideal y en el tiempo que yo estaba segura era el correcto, el tiempo ya paso y esos dias no regresaran, y no quiero transmitirles esos sentimientos a mis bbs y el resto de mi familia, el punto es que ahorita ya me falta poco para terminar mi carrera algo que amo y me encanta, cuesta trabajo hacerlo pero cuando lo vi en la calma de la noche en mi casa me di cuenta de que tengo mucho para ser feliz y debo de valorarlo y si tienes razon la sensacion es muy liberadora, me encanto el articulo.

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