El 14 de febrero todos los mexicanos regalan chocolates a sus seres queridos, en Navidad, la mayoría coloca un árbol en sus hogares; y el 10 de mayo, miles de hijos consienten a sus progenitoras. Si se han adquirido tradiciones y costumbres extranjeras, ¿por qué cuando alguien desea celebrar Halloween, es casi linchado por los demás? La Controversia En México, la palabra ‘Halloween’ es sinónimo de polémica, rechazo y desculturación. A través de los años, miles de personas se han encargado de erradicar y prohibir la celebración ‘ajena’ a sus tradiciones, cuando realmente conserva un gran vínculo con el día de muertos. El también llamado día de brujas, se ha celebrado en México por más de 40 años, y cada vez son más las personas que se dejan seducir por su hechizante misterio. Los últimos días de octubre, es común observar a miles de niños que salen a las calles pidiendo Halloween o la tradicional calaverita, factores que indican una clara tropicalización del festejo.
Del mismo modo, miles de comercios manufacturan y venden accesorios para la terrorífica noche, incluyendo máscaras, cubetas de calabazas, maquillaje, telarañas, disfraces, brujas y un infinito número de productos. Indudablemente, Halloween se ha convertido en un festival mexicano. Muchos de sus habitantes, consideran a la fiesta pagana como una especie de monstruo extranjero dispuesto a devorarse a las Catrinas, especialmente porque cae 2 días antes del sagrado festejo. Incluso la Secretaría de Educación Pública, lanzó hace tiempo una estrategia para vetarlo de las escuelas, y en su lugar, promover el festejo nacional. Actualmente se vende al día de muertos como una tradición 100% mexicana, cuando el término es incorrecto. El festival original se conmemoraba por 2 meses completos, comenzando en julio, cuando se honraba a la diosa Mictecacíhuatl, conocida como la ‘Dama de la Muerte’ (y relacionada con la actual Catrina). La fiesta iniciaba con la obtención de un árbol llamado xócotl, al cual, le quitaban la corteza y le ponían flores para adornarlo.
El próximo mes, llamado Ueymicailhuitl, se acostumbraba realizar sacrificios de personas y se hacían grandes comidas. Después, se realizaban diferentes danzas y se colocaban altares con ofrendas para recordar a los muertos. Ambos festejos, combinados con elementos europeos (como la influencia de festividades católicas, la inspiración de la poesía de Cervantes para realizar las famosas calaveras, y la elaboración del pan de muerto, instituido por los españoles para sustituir los sacrificios humanos) dieron origen al actual día de muertos. Por su parte, la palabra Halloween se deriva de la expresión inglesa All Hallows’ Eve (víspera de todos los santos) y tiene su origen en la festividad celta conocida como Samhain (fin del verano). La noche del 31 de octubre se celebraba el final de la temporada de cosechas y era considerada como el ‘Año Nuevo Celta’.
Los antiguos druidas creían que la línea divisoria entre el mundo ‘real’ y el de los muertos, desaparecía durante esa noche, permitiendo a los espíritus visitar la Tierra. Samhain también era un momento para hacer balance de los suministros de alimentos y ganado, por lo que se realizaban hogueras y sacrificios animales. Cuando los romanos ocuparon dominios celtas, la festividad se fusionó con otra celebración conocida como ‘fiesta de la cosecha’ en honor a Pomona (diosa de los árboles frutales). En 1840, con la inmigración irlandesa, Hallloween llega a Estados Unidos, quedando fielmente arraigado —y nuevamente modificado.
En una época inundada por el paganismo, los papas Gregorio III y Gregorio IV intentaron suplantar el festejo de Halloween por una festividad cristiana (Día de todos los Santos) que fue cambiada del 13 de mayo al 1 de noviembre, a mediados del siglo IX. Mucho tiempo después, durante el período de la Conquista, los españoles trajeron sus propias tradiciones y trasladaron los festivales prehispánicos al 2 de noviembre, para hacer coincidir sus festividades católicas con los festejos mexicanos. Tanto Halloween como el día de muertos provienen del calendario católico, y de la necesidad de la iglesia por eliminar cualquier acto secular. Debemos entender que la globalización, aunada a diversos factores, ha provocado que ninguna cultura sea auténtica. Vivimos en entorno híbrido, que retoma elementos de distintos lugares y creencias.