Pierde Don Lorenzo su lucha contra los médicos del seguro social y la muerte

Múzquiz, Coah.- ¡Mami mi papi …..!, eran los gritos de angustia que la hija de Don Lorenzo Dueñes ílvarez, lanzaba desesperada a su madre, cuando su padre era atendido en la sala de urgencias de la clí­nica 24 del Seguro Social en Nueva Rosita. Apenas unas horas antes habí­a regresado de Monterrey, donde fue sometido a una cirugí­a de angioplastia coronaria.

La odisea de la familia originaria del barrio La Nogalera en Múzquiz, habí­a iniciado el pasado 4 de octubre, precisamente el dí­a de San Francisco de Así­s, cuando Don Lorenzo, el jefe de la familia sintió un ligero dolor en el pecho. Esto obligo a su esposa Verónica Yadira Garcí­a a llevar a su marido al hospital.

A su arribo a la clí­nica 25 de Múzquiz el personal de guardia decidió enviarlo a Palaú, ya que no habí­a médicos que lo atendieran. Sin embargo esto no valió de mucho, en Palaú luego de una larga espera en el pasillo, los médicos determinaron que se trataba solo de problemas con su presión arterial, sin poder detectar que se trataba de un pre infarto.

No fue sino hasta el lunes 6 de octubre, después de haberse desvanecido cuando se encontraba laborando, cuando los médicos de Nueva Rosita determinaron que la situación era delicada enviándolo de inmediato a la ciudad de Monterrey.

“Desde que llegamos allá, los doctores me dijeron, mira mija haremos todo lo que sea posible, pero lamentablemente lo mandaron tres dí­as después, y hay muy poco por hacer tiene afectado la mitad de su corazón, y si supera esta crisis es muy probable que le de otro infarto, es por eso que el ya no podrá trabajar”, recordó la señora Verónica Yadira.

Así­ paso una semana que parecí­a eterna para la familia Dueñes Garcí­a, en la que los especialistas de la ciudad de Monterrey, hací­an lo humanamente posible para sacar adelante a este joven padre de familia, al que le realizaron una angioplastia coronaria (intervención que se realiza para despejar arterias coronarias —arterias del corazón— que están estrechadas u obstruidas.)

Incluso los galenos se asombraban de la resistencia de don Lorenzo:

“Ellos le decí­an, échale ganas Lorenzo, trajiste a la muerte a tu lado tres dí­as y le ganaste, así­ que sí­guele echando ganas”, recuerda con nostalgia Doña Verónica.

Las ganas de vivir, pero sobre todo el deseo de estar en casa con su familia, hicieron que Don Lorenzo se fuera recuperando lentamente, pese a las secuelas que dejarí­a el infarto que no fue detectado por los médicos en Palaú, posiblemente por el exceso de trabajo, no quiero pensar que por su falta de profesionalismo.

Ya el lunes 13 de octubre fue dado de alta en la ciudad de Monterrey, aparentemente habí­a respondido muy bien al tratamiento.

Sin embargo la vida le tení­a una nueva jugada. Ya en su casa en el barrio la Nogalera de Múzquiz, estaba muy contento y optimista.

Esa alegrí­a solo durarí­a unos minutos, poco después de haberse retirado a descansar, el dolor en el pecho apareció como clara señal de que algo andaba mal en su organismo.

Sin esperar nada, su esposa Verónica Yadira Garcí­a, trasladó a su marido a la clí­nica 25 del IMSS en Múzquiz.

De nueva cuenta la odisea se repetí­a, de nuevo no fue atendido de inmediato, a pesar de las explicaciones sobre los antecedentes médicos de Don Lorenzo.

Frí­os como si se tratara de cualquier cosa menos la vida de un ser humano, los médicos no escucharon súplicas, ni fueron conmovidos por el llanto de la mujer que apenas una semana antes estuvo a punto de perder a su marido.

Absolutamente nada hizo que la doctora y el enfermero de guardia, cambiaran su postura, solo se concretaron a decir con esa firmeza que los caracteriza decir “espere su turno”. Ah, pero que no llegue la del Fuller, la del Jafra, o la de los zapatos Andrea, porque allí­ cambia la cosa.

Los siguientes 60 minutos fueron los más lentos en la vida de la familia Dueñes Garcí­a, después de ellos se dio la atención a Don Lorenzo, para luego trasladarlo a la clí­nica del seguro social en Palaú, donde para mala suerte de la familia se repitió la misma historia.

Don Lorenzo como cual objeto viejo paso más de 30 minutos en los pasillos del hospital, su historial clí­nico donde advertí­a que apenas unos dí­as antes fue intervenido quirúrgicamente a consecuencia de dos infartos, no provocaron el mas mí­nimo interés de los médicos para atenderlo.

“Espere su turno”, era la única respuesta que escuchaba la familia quienes atónitos e impotentes solo miraban como Don Lorenzo se tomaba el pecho fuertemente con las manos como clara señal que su corazón tení­a problemas.

Luego de un electrocardiograma se detectó la gravedad de la situación, lo que generó la movilización de los médicos, ahora si advertí­an que el hombre estaba delicado. Esto los obligó a ordenar su trasladado a Nueva Rosita a la clí­nica 24 del seguro social.

“En Rosita trataron de estabilizarlo”, recuerda Doña Verónica, “Todo esto que pasamos no se lo deseo a nadie”, al tiempo que su llanto no pudo soportar más y escapo su sentimiento.

“Mi hija y yo lo estuvimos abrazando y él se sobaba su pecho, fueron tan solo dos minutos cuando yo me separé de el para ir al baño, le dije gordo no me tardo nadita, ahorita vuelvo, apenas me iba a bajar el pantalón cuando mi hija grito: ¡mami mi papi …..Yo corrí­ pero ya le habí­a dado un infarto y ahí­ se murió… pero fue por falta de atención… porque la gente que realmente está enferma no la atienden la dejan en los pasillos y no es justo…. Mi esposo tení­a 41 años tení­a toda una vida por delante no es justo…”.

La familia se encuentra destrozada, nada podrá consolarlos ni devolver la vida de Don Lorenzo, sin embargo pese al dolor e indignación, el coraje y el deseo de que terminen estas negligencias, han decido proceder de forma penal en contra de los médicos y la institución.