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“Yo sentí­a como me tronaba mi hueso, el perro se atragantaba con mi sangre”

Múzquiz, Coah.- En una humilde vivienda en la colonia 28 de Noviembre en Múzquiz, la puerta se abre, un joven de apenas 25 años y del que sólo supimos que le apodan “el gringo” nos invita a pasar. “El gringo” es casi como un hijo adoptivo de Doña Marí­a Santos Vela, una anciana de 81 años de edad que el pasado 31 de marzo fue atacada ferozmente por un perro de la raza Pitbull.
Ahora, con el pie derecho amputado, nos invita a pasar al interior de su humilde morada.
Al fondo, en una pequeña cama se dibuja la frágil figura de “Santitos”, como la llama cariñosamente “el gringo”. Casi sin poder abrir totalmente los ojos, y  con ostensibles gestos de dolor en algunos momentos, Doña Marí­a nos invita a sentarnos y comienza una charla en la que nos explica cómo ocurrieron los hechos, un ataque que duró poco tiempo en cualquier reloj, pero que parecieron horas en su mente: “Yo iba  a cerrar la llave del agua, por la calle iban una señora, su muchacho y el perro.  De pronto y muy rápido se abalanzó el animal sobre mí­, yo nunca le pegué  ni le hice nada. Me tiró y me  trajo como trapo… Yo gritaba que  me lo quitaran y nadie hací­a nada, la mujer y el huerco sólo miraban, el perro no obedecí­a, yo sentí­a cómo me tronaba mi hueso… el perro se atragantaba con mi sangre, hasta que por fin lo jalaron de la correa. Gracias a dios que se entretuvo con mi pie y no me mordió el cuello o la cabeza”.Imagen1 (4)
Doña Marí­a recuerda con dolor cómo hace unos meses también atacó el mismo perro a su gato: “Hace meses este mismo perro entró a mi casa y me lastimó a un gatito, por ahí­ anda, quedó todo chueco, este perro es malo y aunque no me mató pues si me desgració”.
Aun en su estado, Doña Marí­a se lamenta por tener que depender de personas para sobrevivir: “A mí­ no me gusta depender de nadie y ahora tendré que andar en silla de ruedas, sólo le pido a Dios que me conserve con bien al “gringo” y a su esposa que son los que siempre han visto por mí­, son mi única familia”.  señora
Las palabras de Doña Marí­a, forman parte más de una plática que de una entrevista,  conversación interrumpida a veces por el dolor que siente por la reciente amputación de su pie: “A veces me dan ganas de salir corriendo del dolor tan fuerte,  pero me tomo mis pastillas y se me pasa”. Se denota un cariño enorme por la persona que está encargada de sus cuidados, la que como ella dice, nunca la ha dejado:“lo bueno es que ya estoy con “el gringo” él es mi única familia, llegó soltero y hace poco se casó y su mujer es muy buena conmigo”. 
Para despedirse, Doña Marí­a todaví­a tiene fuerzas para ser positiva: “aquí­ nos quedamos echándole ganas, mientras Dios nos preste vida”. 

 

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