alta presión
Clemente Mancillas Dávila, Columnista

No cabe duda que la desinformación y la confusión, son las mejores armas de los polí­ticos para la manipulación de las masas y no precisamente las de hacer tortillas si no del pueblo, que al no entender sobre legislaciones lo traen como canica en lavamanos. Este año se han registrado varias reformas constitucionales, de las que seguramente, juan pueblo, no entendemos ni el 20% de sus alcances y como nos va a pegar directamente cada una de ellas. Los funcionarios públicos, organizaciones empresariales y comerciales, además de lí­deres de opinión, discuten y se rasgan las vestiduras, mediáticamente, en la mayorí­a de los casos para llevar agua a su molino como se dice en el mundo de la polí­tica, cosa que a juan pueblo lejos de aclararle las condiciones y alcances, le deja más confundido. Uno de los temas que ha impactado de forma directa a quienes habitamos a lo largo de los 3,185 kilómetros de la frontera con los estados Unidos, es la homologación del Impuesto al Valor Agregado IVA, que hasta la fecha se aplica en el 11% y que se pretende aumentar al 16%. Como en cualquier otra medida que tenga que ver con la frontera, las intenciones de que el IVA fuera menor al interior del paí­s, es que las ciudades mexicanas fueran competitivas con las del vecino.

Sin embargo y a pesar de las publicaciones de los “grandes beneficios”, que nos venden los gobiernos y cuerpos legislativos, es una realidad que como están las cosas, seguramente en muchos años no se va a poder competir con los gí¼eros, ni en precios mucho menos en calidad. Por otro lado es de todos sabido que los empresarios y comerciantes siempre le van a aumentar o cargar, los impuestos al trabajador o al consumidor final, que para conocimiento de los legisladores, seguimos siendo los de a pie quienes cargamos con los platos rotos. Mucho se ha hablado de programas especiales y recursos adicionales para mitigar el impacto por la medida, haciéndonos ver, que la intención es que paguen más quienes obtienen mayores ganancias y que a los de mayores necesidades no les afecte. Lo cierto es que: primero, si se comparan los precios de cualquier producto en la frontera, con los del interior del paí­s es muy difí­cil que se vaya a encontrar una diferencia menor, que debiera ser por lógica al pagar 5% menos o más barato. Segundo, en la mayorí­a de los casos los habitantes de la frontera que tienen la posibilidad de cruzar legalmente a la unión americana, tienden a consumir más en los estados unidos, sea por calidad, por precio o por ego, lo que deja sin efecto, para juan pueblo, el supuesto impacto negativo del que tanto se habla y poco se entiende. Quienes han puesto el grito en el cielo, son las cámaras de comercio y empresariales; para las primeras, si verdaderamente quieren competir con los vecinos, deberán mejorar sus atenciones y productos para el consumidor.

Para los empresarios; que les puede que aumenten el IVA, este solo será trasladado, retenido y regresado. Y por último para Juan pueblo; es muy probable que los incrementos los vayamos a tomar como el resto de los aumentos en todos los productos y servicios, que se da en condiciones normales. En primera, sentiremos que el mundo se viene encima, pero poco a poco resistiremos como durante tantos años lo hemos hecho; si los gobernantes y legisladores quieren verdaderamente ayudar al trabajador de la frontera, deben pedir a las fuerzas económicas que se mejoren u homologuen los salarios con los vecinos del norte. De otra forma todo será como hasta hoy, armas polí­ticas que son utilizadas para mediáticamente atacar a sus oponentes y que mientras no se necesiten estarán en espera en el armario, para mantener a raya a quienes las hayan apoyado.

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