monte-de-piedad(CNNMéxico) —Ahorros agotados, deudas, alzas en algunos precios, desánimo y la espera de que llegue la primera quincena de 2015… Es la cuesta de enero.

Con este nombre se conoce en México a los primeros dí­as de un año, cuando el consumo suele bajar luego de que los ciudadanos gastaron durante las fiestas decembrinas y deben ajustar sus presupuestos para enfrentar nuevos gastos, como posibles subidas en el precio de productos o en las tarifas de algunos servicios.

En esta ocasión, sin embargo, a este fenómeno se suma un contexto marcado por indicadores macroeconómicos negativos: bajos precios del petróleo —principal fuente de ingresos del Estado—, un tipo de cambio de alrededor de 15 pesos por dólar y jornadas de pérdidas en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV).

“El consumidor percibe que es un año más de continuar apretándose el cinturón porque el ingreso disponible no le alcanza para hacer frente a los esfuerzos para pagar colegiaturas ni la canasta alimentaria”, dijo a CNNMéxico Raymundo Tenorio, director de las carreras de Economí­a de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey Campus Santa Fe.

El académico Gerardo Esquivel, de El Colegio de México (Colmex), coincide con ese punto de vista y señala que las expectativas negativas para el paí­s afectan las decisiones de consumo y, por ello, pueden retrasar la recuperación de la economí­a.

“En términos estrictamente psicológicos podemos anticipar que una mayor volatilidad en el tipo de cambio, la información del precio del petróleo y su impacto en las finanzas públicas pueden generar una mayor incertidumbre y los consumidores pueden ser cautelosos en el ejercicio de su gasto”, dijo a CNNExpansión.

Cuesta subir la cuesta

Para remontar la cuesta de enero, los consumidores mexicanos recurren a comprar productos de marcas más baratas, adquirir solamente aquello que requieren de manera inmediata o eliminar gastos no indispensables.

“Tenemos que comprar, tenemos que comer. Poco, pero se va comprando”, dijo Marí­a Estela Lucero, una mujer de 46 años entrevistada mientras realizaba sus compras en el Mercado Hidalgo, en el centro del Distrito Federal.

“Es poco lo que uno puede hacer. No hay una tienda de autoservicio que tenga todo más barato, unas tienen una cosa más barata, otras tienen otras”, comentó í“scar Góngora, de 78 años, al surtir su despensa en un supermercado de la calle Yucatán, en la colonia Roma.

Para otros ciudadanos, sin embargo, la situación en ocasiones se torna más extrema y deben optar por “no comprar”, según dijo Leticia Santander, una mujer de 57 años entrevistada cuando buscaba ropa en un tianguis (mercado sobre ruedas) en la colonia Estrella, ubicada al norte del Distrito Federal.

Ciudadanos “decepcionados”

Noticias como que la inflación de 2014 fue la mayor en los últimos cuatro años también disminuyen las expectativas de crecimiento y sobre los supuestos beneficios que, según el gobierno federal, generarán las reformas impulsadas por el presidente Enrique Peña Nieto.

Alicia Moreno, por ejemplo, acaba de pagar su predial y la tenencia de su auto, y durante un recorrido por un supermercado al sur del Distrito Federal, esta consumidora de 54 años cuestionó la utilidad de estar al dí­a con el pago de impuestos, si no hay suficientes garantí­as de que los recursos públicos serán gastados con transparencia y honradez.

“Me decepciona. Soy contribuyente, trato de cumplir y participar como me corresponde pasando mis impuestos (…) Pagamos impuestos, ¿para que se lo robe quién?”, dijo.

Ante el panorama económico adverso y la caí­da en el precio del petróleo, el propio gobierno federal contempla recortar su gasto público, según informó la semana pasada el secretario de Hacienda, Luis Videgaray.

Sin embargo, para ciudadanos como Moreno, estas acciones son insuficientes pues los recortes impactan programas, servicios y a la población, pero no a los altos funcionarios ni a los dirigentes polí­ticos.

“Las medidas restrictivas que vayan a aplicar para hacer rendir el presupuesto por supuesto que no van a ser en los privilegios de las clases polí­ticas, sino en los bolsillos del ciudadano”, dijo Moreno.

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