1977855w300LANACION.- El papa Francisco condenó hoy con fuerza “el terrible flagelo de la esclavitud moderna en todas sus formas”, al que volvió a calificar como “un crimen de lesa humanidad”. Lo hizo al protagonizar un acto sin precedente en el Vaticano, en el que lí­deres de diversas religiones -musulmanes, judí­os, cristianos ortodoxos, anglicanos, hinduí­stas, budistas- firmaron una declaración conjunta para erradicar antes de 2020 la explotación fí­sica, económica, sexual y psicólogica que encadena a millones de personas.

“Declaramos en nombre de todos y de cada uno de nuestros credos que la esclavitud moderna, en término de trata de personas, trabajo forzado, prostitución, explotación de órganos, es un crimen de lesa humanidad”, dijo el papa Francisco en su discurso, que pronunció en español en una ceremonia en la Casina Pí­o IV, sede de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, en el Vaticano.

En el salón del espléndido edificio del Renacimiento, inmerso en los Jardines vaticanos, saltaban a la vista jeques con turbantes, rabinos con kippá, hindúes envueltos en túnicas marrones, budistas vestidos de naranja, cardenales de negro y púrpura, anlgicanos de violeta e, incluso, una mujer sacerdote de esa misma confesión, con clergy.

“Declaramos que la esclavitud moderna, en término de trata de personas, trabajo forzado, prostitución, explotación de órganos, es un crimen de lesa humanidad”

El Papa, que siendo arzobispo de Buenos Aires apoyó siempre la lucha contra el trabajo esclavo, la prostitución y la trata de personas, en su discurso lamentó que “a pesar de los grandes esfuerzos de muchos, la esclavitud moderna sigue siendo un flagelo atroz que está presente a gran escala en todo el mundo, incluso como turismo”.

“Este crimen de lesa humanidad se enmascara en aparentes costumbres aceptadas, pero en realidad hace sus ví­ctimas en la prostitución, la trata de personas, el trabajo forzado, el trabajo esclavo, la mutilación, la venta de órganos, el mal uso de la droga, el trabajo de chicos”, dijo.

El Papa lamentó que “a pesar de los grandes esfuerzos de muchos, la esclavitud moderna sigue siendo un flagelo atroz”

“Se oculta tras puertas cerradas, en domicilios particulares, en las calles, en automóviles, en fábricas, en campos, en barcos pesqueros y en muchas otras partes. Y esto ocurre tanto en ciudades como en aldeas, en las villas de emergencia de las naciones más ricas y más pobres del mundo. Y lo peor es que tal situación, desgraciadamente, se agrava cada dí­a más”, lamentó Francisco.

Luego de llamar a la acción a todas las personas de fe y a sus lí­deres, a los gobiernos y a las empresas, agradeció a todos los presentes por “este compromiso transversal que nos compromete a todos”. Y finalizó: “Todos somos reflejo de la imagen de Dios y estamos convencidos de que no podemos tolerar que la imagen del Dios vivo sea sometida a la trata más aberrante”.

PRESENTES

Entre los lí­deres de diversas religiones que firmaron la declaración conjunta estaban los amigos argentinos del Papa: el dirigente islámico Omar Abboud y el rabino Abraham Skorka, que en su discurso dijo que “más allá de los múltiples credos, sólo la visión del otro como semejante permitirá una realidad más justa”.

Además, estaba el filántropo multimillonario australiano Andrew Forrest, presidente de Global Freedom Network, que organizó este evento junto al arzobispo argentino Marcelo Sánchez Sorondo, presidente de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, que se ocupa del tema de la trata por pedido expreso de Francisco.

“Aquí­ se vivió un tributo al amor humano, que el uno sepa amar al otro, y no cosificar al otro, porque cuando esclavizás a alguien lo estás cosificando”, dijo a LA NACION Skorka, que se mostró muy impresionado por el encuentro. “Nos mirábamos los unos a los otros y sabí­amos que nos estábamos reconociendo en nuestra condición humana”, dijo.

Abboud, por su parte, destacó la presencia de todas las expresiones del islam -sunnita y chiita-, así­ como de las confesiones cristianas y judí­as, “algo que muestra un acto de madurez”. Y subrayó que “más allá de los congresos y las buenas intenciones, éste es un hecho concreto, donde las religiones se unen por un mal del mundo moderno”..

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