En nuestras relaciones interpersonales es fácil caer en conflictos repetitivos y aparentemente si causa alguna, pues aceptamos  invitaciones  de la gente  y empezamos a danzar según nos vaya mostrando los pasos que tenemos que seguir, bailando al son que nos toquen. Por lo regular tenemos pautas para interactuar (El comportamiento que se repite una y otra vez, es una pauta). Las mostramos cuando nuestras respuestas crean un contexto para que las personas lleven a cabo la parte siguiente de la pauta. Como cuando  alguien dice en voz alta “írbol que nace torcidoâ€â€¦ y otro contesta -“jamás su tronco enderezaâ€; El segundo, conoce perfectamente lo que sigue a la primera oración, es inmediato, espontaneo y lo decimos sin reparar en la respuesta, así respondemos a los estímulos que nos envían, muchas veces mal interpretando dichos estímulos, y empezamos una serie de conflictos que al terminar en una pelea, nos preguntamos ¿cómo es que siempre se termina peleando por algo que no tenía importancia? Cuando la pareja llega del trabajo, buscamos algún gesto o mueca para conocer su estado de ánimo, depende de lo que encontremos interpretamos sus gestos y damos el siguiente paso, como es típico lanzamos preguntas como ¿vienes de mal humor? ¿Estás enojado? Las respuestas ya las conocemos: – No, no tengo nada, (acompañadas por una voz monótona)- esto da pie al siguiente paso, -pues como traes la cara de cuando vienes cansado y enojado-, iniciando así una batalla campal, ya cada lector terminará este anécdota como acostumbra hacerlo en casa.
¿Cómo reconocer los  comportamientos o pautas que  se repiten una y otra vez?
Nuestro tono de voz es probablemente la primera  invitación a empezar el baile tan conocido y conflictivo. Querido lector, ¿Se ha escuchado Usted hablando por teléfono, solicitando algún servicio a un extraño y ha hecho conciencia como cambia su tono de voz, como habla amablemente y cuida lo que dice? ¿Se parece a sus conversaciones caseras? Probablemente no, con quienes menos usamos esa dulzura al hablar, es con la familia.
También el que interactúa con nosotros puede seguirnos los pasos, cuando al escuchar una sola palabra nuestra, dicha con un tono de voz específico, lo remonte al pasado cuando su padre lo descalificaba ante los amigos, o escucha la voz de su madre regañándolo  por su mala conducta, respondiendo en el presente de manera inapropiada. Un tono de voz  puede provocar rechazo o impotencia sin que haya obligatoriamente una pelea.
Las siguientes líneas  además de tener algo de humor puede ejemplificarnos el punto. Ponga énfasis en los signos ortográficos al leerlo.
-¿Cómo amaneciste vieja?-  -¡¿Cómo?!! ¿Amaneciste vieja?-  – Como amaneciste.. ¡¡Vieja!!!
La frase cambia completamente según el tono, el volumen y la expresión que la acompaña, además del contexto en el que se dice.
Otro punto importante son los momentos en los que se dan los bailes. El esposo llega a casa esperando descansar, ver tele, mientras las esposa espera que él llegue para contarle todo lo que hizo en el día, abrumándolo a su llegada. í‰l se muestra evasivo pensando que su esposa no  comprende que lo que más desea es descansar, ella piensa que a él no le interesan sus sentimientos.
Por lo regular podemos predecir la hora en la que empezará una discusión y sin exagerar, puedo decir que ya la esperamos, estamos listos para aceptar la invitación para danzar en los momentos conocidos y conflictivos.
Y no podemos olvidar los lugares establecidos o pistas de baile. Por lo regular escogemos los mismos lugares para pelear. La recamará, la cocina, cuando se va  manejando de regreso a casa, cuando se tiene suficiente público para dar apoyo al que se siente desvalido.
¿Y que hacemos? Si uno de los miembros de la pareja cambia su parte de la pauta, el cambio crea un contexto diferente, que probablemente modificará o al menos alterará la antigua pauta.
Si ponemos atención a lo que sucede antes de aceptar la invitación para el mismo baile, encontraremos estas pautas de comportamiento, pues es importante ser consciente cuando mandamos o aceptamos invitaciones. Cambiar una sola de ellas puede cambiar la relación por completo.
Si reconoces en tu pareja algunos signos como levantar la ceja cuando se enoja o ponerse colorado, pregúntale si tu percepción de que empieza a molestarse es cierta y cada vez que aparezca esta señal, intenta algo diferente a lo que haces, aléjate, cambia la conversación, muévete de lugar, prepara un café,  revisa tu tono de voz, busca junto a tu bailador las señales enviadas y las posibles maneras de actuar diferente. Aplica las pautas que  te funcionan en tu trabajo con compañeros, atender clientes o para hablar con tu jefe. Puedes intentar los comportamientos que usas con tus amigos, probablemente con ellos tus tonos de voz y actitudes son muy diferentes que las usadas en casa. Vuelve a utilizar las pautas que funcionaban en el pasado con tu pareja.
Es cuestión de atender nuestro lenguaje verbal y no verbal y tener disposición para experimentar cosas nuevas, usar la creatividad, y esforzarse en buscar el título de “Solucionador de problemasâ€. Trata de cambiar tus respuestas rutinarias para que cada día experimentes un ritmo de baile diferente.
No pude parar de leer,muy interesante y totalmente cierto , en la mayorÃa de las ocasiones ya estamos condicionados a reaccionar a las conductas de las otras personas de una manera,sin detenernos un poco a pensar en que podemos hacerlo de diferente forma y evitarnos conflictos o discusiones ,pues en muchas de las situaciones hacemos una tormenta en un vaso de agua, nos enojamos o preocupamos mas por todo lo que esta pasando por nuestra mente, de lo que en realidad esta pasando.
Excelente su articulo Licenciada.