alta presión
Clemente Mancillas Dávila, Columnista

En polí­tica y en la vida tarde o temprano hay que pagar la factura.
En los tiempos modernos, como en los antiguos se sigue y se seguirá aplicando la filosofí­a; Quien no acepta sus errores no podrá corregirlos y por consecuencia tarde que temprano se le cobrara la factura y conforme pasa el tiempo y se acumulan las fallas el costo se eleva irremediablemente.
Platicando con gente de experiencia de vida, he obtenido algunas concusiones que en esta ocasión quiero compartir, esperando que las consideren como mi muy humilde opinión y no como una realidad inobjetable.
Comenzamos con lo que está ocurriendo en el mundo, las guerras, manifestaciones, inconformidades de diferente tipo, hasta la devaluación en Argentina, es el cobro de las facturas por malas decisiones gubernamentales.
De todos es sabido que los gobiernos represivos, mantienen como una olla de presión sus paí­ses, mismos que al estallar se vuelven incontrolables y tienen que recurrir a la violencia para controlar la misma violencia, a costa de pérdida del poder o incluso hasta la vida, como ha ocurrido con los más recientes dictadores.
En México, la violencia se dejó crecer a través de grupos organizados que asolaron al paí­s, mismos que ocasionaron que ante la falta de gobernabilidad, el ciudadano común se viera obligado a defenderse solo emulando al viejo oeste donde predominaba la ley de las armas.
Para muchos analistas, el problema de la violencia no la generaron la venta, trasiego y consumo de drogas, este se salió de control cuando se trastocó a familias, comerciantes, empresarios y hombres exitosos que nada tení­an que ver con el mercado negro y aun así­ fueron extorsionados, torturados y asesinados.
Desde la perspectiva de los analistas, también las organizaciones criminales pagan las facturas de sus errores al igual que los gobiernos, como está ocurriendo en Michoacán, donde la gente no aguantó a ninguno de los dos bandos.
En el pasado, los gobiernos no pudieron controlar la delincuencia, pagando un precio elevadí­simo en pérdidas no solo de recursos sino también de muchas vidas humanas, tanto por la lucha de grupos delincuenciales, como gente inocente y trabajadora que no cubrió los cobros de extorsionadores y secuestradores.
En fin, en todos los casos, tarde que temprano se paga la factura, y la sociedad cansada cobra caro los agravios, así­ que como dice el dicho, “si ven las barbas de su vecino cortar, hay que poner las propias a remojar”.
Las evidencias son inobjetables y va para todos los polí­ticos reconocidos, como para las nuevas generaciones de los también llamados “politiquillo de probeta”, que aprovechando las circunstancias de gente de buena fe, llegan a ser regidores, alcaldes y hasta diputados.
En estos dí­as he tenido no gratas experiencias por coincidir con nefastos polí­ticos que escudados en sus supuestas relaciones y palancas, sobajan e intimidan a gente que trabaja honestamente dí­a con dí­a, para mantener a su familia.
Con esa actitud de “Nadie me merece” tratan de esconder su mediocridad responsabilizando a todo mundo de sus errores, dejando de lado la ineludible regla no escrita “al final tarde que temprano la factura se cobra y se paga”.
Para muestra basta un botón, las actitudes irresponsables de unos, la prepotencia, soberbia y mediocridad de otros, le costó al PRI perder en varios municipios el proceso del 2013.
Si los dirigentes no se fijan en quienes les hace daño con las conductas arriba señaladas, las condiciones serán muy complicadas para ganar el proceso de este año, porque al final y aunque no lo crean, en mayor o menor medida pero son los cobros de las facturas, por el comportamiento de algunas de sus “influyentes” figuras.

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