El terremoto de magnitud 6,2 en la escala de Richter que ha sacudido la región del Lazio esta madrugada se ha producido en un área sísmica bien conocida por los geólogos y en la que ya se han registrado en el pasado destructivos seísmos.“La zona del centro de Italia es geológicamente muy compleja”, explica a EL MUNDO María José Jurado, investigadora del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera (CSIC).

En el corazón de Italia se combinan varios aspectos muy relevantes que hacen de esta zona un polvorín geológico. “Allí confluyen diferentes fuerzas de deformación de la Tierra. En primer lugar hay una compresión entre Eurasia y África, que también afecta a la Península Ibérica. Por el este, en la zona del Adriático, hay una placa pequeñita que se llama Adria, y que también está empujando. Y toda esa zona de los Apeninos se generó por una subducción [cuando una placa se mete por debajo de otra]. Y hay unas fallas que se propagan desde el Tirreno, y son las que están directamente relacionadas con estos terremotos”, relata la geóloga.

El seísmo que, de momento ha causado más de un centenar de muertos e importantes daños materiales, se ha producido a 10 kilómetros de profundidad, según el U.S. Geological Survey (USGC), mientras que la Red Sísmica Italiana (Rete Sismica Nazionale) ha estimado que se ha producido a cuatro kilómetros de profundidad. “Ha sido relativamente superficial. El de Lorca (España) se produjo a unos 2 kilómetros. Cuanto más cerca está de la superficie, más destructivo es. Cuanto más profundo es, más se filtra o atenúa la energía sísmica”, señala la geóloga. “Lo extraordinario son los terremotos muy profundos o muy superficiales”, coincide Luis Cabañas, sismólogo del Instituto Geográfico Nacional.

Las muertes y los daños materiales que ha causado este terremoto tienen más que ver con las circunstancias y el entorno donde se ha producido que con la virulencia del mismo, en opinión de Manuel Regueiro, presidente del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos (ICOG): “La magnitud del terremoto no ha sido tremenda. Sin embargo, las casas de la zona son antiguas y no están diseñadas para hacer frente a estos fenómenos, de ahí el destrozo. Además, se ha producido de noche, cuando la mayor parte de la gente se encontraba durmiendo”.

Según el ICOG, el terremotoliberó una energía similar a la explosión de 1.270 toneladas de TNT. Un movimiento sísmico de esa magnitud puede causar graves daños en zonas pobladas en un área de hasta 160 kilómetros a la redonda.

En esa zona, de conocido riesgo sísmico, reforzar las construcciones existentes para hacerlas más resistentes frente a nuevas sacudidas sería “conveniente y necesario, pero no se hace porque no hay una ley que obligue expresamente a ello y tampoco se sabe si, en tal caso, el coste de las obras debería recaer en los propietarios de los inmuebles o a cargo de los fondos del Estado”, explica Arancha Izquierdo, sismóloga de la Red Sísmica Nacional. A juicio de Regueiro, no sería viable “reconstruir toda una ciudadpor un riesgo que no es cuantificable”. Además, señala este experto, resulta más barato crear nuevas edificaciones que remodelar las antiguas.

Fuertes réplicas

El seísmo, cuyo epicentro tuvo lugar entre las localidades de Amatrice y Accumoli, fue acompañado de numerosas réplicas, como suele ser habitual: “El terremoto se genera por el movimiento de una falla. A este movimiento inicial pueden seguir las réplicas, queson reajustes de las tensiones o esfuerzos tectónicos con el terreno que se siguen produciendo hasta que se recobra un equilibrio geomecánico entre esfuerzos y terreno. Esas fuerzas se van equilibrando a lo largo de las zonas de fallas. Y eso va generando las réplicas. Cuando algo se mueve, se va recolocando. Es como si tienes algo en equilibrio en una mesa y tocas una pieza, después hay otras piezas que se van reajustando y se caen, hasta que se recobra la estabilidad”, relata María José Jurado. Tanto Luis Cabañas como María José Jurado coinciden en señalar que lo normal es que se produzcan más réplicas.

“Puede haber nuevos terremotos porque las réplicas de un terremoto de magnitud 6 van a ser grandes. Las que ha habido son de 5 y pico, y lo normal es que se vayan atenuando en el tiempo. Los primeros reajustes ocurren más próximos al movimiento principal”, señala Jurado. Lo más probable, añade, es que las réplicas se prolonguen durante varias semanas, “pero también podrían ser días o incluso meses”.

No obstante, Cabañas cree que la probabilidad de que se produzca un terremoto de magnitud superior a 6,2 es baja: “Lo más probable es que haya réplicas del orden de 4,5 o 5, como las que se están produciendo”. A pesar de ser menos intensas, sus efectos no serían menos devastadores, apunta Izquierdo: “El problema de las réplicas es que afectan a edificios que ya se encuentran dañados“.

“Esta zona seguirá en movimiento. Está cerca de donde ocurrió el terremoto en L’Aquila de 2009, que fue muy parecido a éste. En 1997 también tembló el centro de Italia. Dos terremotos sacudieron las regiones de Umbría y Le Marche con una semana de intervalo. Sin embargo, para el presidente del ICOG, “no hay razón para que estos terremotos se produzcan de forma periódica y, además, esto es irrelevante en la escala de tiempos geológicos”.

Redes sísmicas en el subsuelo

“A veces, la tensión acumulada se relaja en forma de pequeños seísmos, como los que ‘avisaron’ del terremoto de L’Aquila. Pero en otras ocasiones ésta se libera de una sola vez, como ahora”, explica Regueiro. No existe una secuencia clara de temblores que sirva de alertapara evacuar a la población. En el plazo de siete años se han producido dos terremotos “a poca distancia y con una magnitud similar pero con un patrón distinto. Esto demuestra que no hay una correlación directa y aquí está el ejemplo”, asegura Izquierdo en esta línea.

Aunque no hay forma de predecir cuándo se va a producir un terremoto, está habiendo significativos avances en su estudio de cara a comprender mejor los mecanismos que lo generan. “En estas zonas sísmicas la tendencia en los últimos años es la de construir una red de observatorios en el subsuelo para ver con detalle la falla. Ésta será la manera de tener controlada mejor estas fallas, pero aún nos queda mucho por aprender”, dice Jurado. Este tipo de instrumentos se están instalando, por ejemplo, en California (para estudiar la falla de San Andrés), en Turquía (en la falla del norte de Anatolia) y también en Italia, que cuenta con el observatorio Alto Tiberina Fault, en una falla que también ha originado terremotos.

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