• Trump lidia con el impacto de una imagen cada vez más desfavorable en los medios

CIUDAD DE Mí‰XICO.- El virtual candidato presidencial Donald Trump enfrentaba el abierto rechazo de algunos sectores del partido republicano y la mirada reprobatoria de otros, mientras las encuestas consignaban ayer un desplome de sus í­ndices de popularidad, que algunos republicanos temen sea irreversible.gop_2016_trump_garc_40

A cinco meses de que se realicen los comicios y a un mes de que sea proclamado formalmente como candidato republicano, Trump lidia con el impacto de una imagen cada vez más desfavorable en los medios, que consignan y aún festinan los problemas del empresario para hacer la transición de la etapa de comicios intrapartidistas a la campaña presidencial propiamente dicha.

“Mucho puede pasar y Trump ha probado su capacidad para aprovechar el momento. Tal como se ha levantado antes, puede subir otra vez”, advirtió el diario Los Angeles Times.

Pero por lo pronto, las encuestas de opinión consignan que los “negativos” de Trump son de hasta 75 por ciento, mientras los de su rival, Hillary Rodham Clinton, también altos, son un más modesto 45 por ciento.

Algunos republicanos que apoyaron a otros aspirantes mantienen un esfuerzo por presentar alternativas en la Convención Nacional Nominativa del 18 al 21 de julio en Cleveland, indicó el medio especializado “Politico.com”, mientras las encuestas consignaban diferencias de dos a diez puntos. Parte del problema es que por lo menos para sus adversarios republicanos, Trump no es de los suyos y su estilo dañará a los Estados Unidos.

“Si Trump es el nominado, votaré por Hillary Clinton”, señaló, por ejemplo, Richard Armitage, secretario de Estado adjunto en el gobierno de George W. Bush (2000-2004). “Trump no parece ser republicano ni parece querer aprender sobre los temas”, añadió.

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El historiador Robert Kagan, consejero de polí­tica internacional para la campaña presidencial de John McCain en 2008, expresó dudas de que el sistema estadunidense de topes y balances pueda contener las tendencias “fascistas” de un eventual presidente Trump.

En ese marco, “politico.com” hizo notar que la relación entre los consejeros de la campaña de Trump y la estructura del partido “está cada vez más plagada por la desconfianza, luchas de poder y diferencias estratégicas”. De hecho, miembros importantes del partido republicano no concuerdan con sus comentarios racistas. Recientemente, el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, respaldó a Trump, pero al mismo tiempo manifestó no estar de acuerdo con los comentarios xenófobos que el polémico virtual candidato lanzó contra el juez Gonzalo Curiel, nacido en Indiana, pero de padres mexicanos.

Trump, que hasta ahora sólo sigue su propio consejo, no ha dejado de hacer señalamientos que según The Hill, otro periódico polí­tico, tienen a su campaña “tambaleante entre desalentadores encuestas, controversias teñidas por racismo y un creciente coro de crí­ticas dentro del propio partido”.

La situación fue dramatizada por una declaración de Sam Clovis, asesor polí­tico y copresidente de la campaña presidencial de Trump, que demandó que los republicanos “apoyen a su presunto candidato y si no pueden hacerlo, que se callen la boca”.

El mensaje parece un eco de un discurso hecho el miércoles por el propio presunto candidato, que exhortó al liderazgo republicano a endurecer su respaldo o quedarse callados. “O nos mantenemos juntos o déjenme hacer esto solo”, manifestó tajante.

Tratan de esconder ilegalidades
Las campañas presidenciales de Hillary Clinton y Donald Trump intentan impedir la circulación de videos que ofrecen una visión crí­tica de procesos legales que implican a sus aspirantes.

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Los abogados de Trump trataban de impedir la publicación de un video que muestra al probable candidato republicano testificando bajo juramento en una demanda por fraude sobre la ya clausurada Universidad Trump. Por su parte, los abogados de Clinton pidieron a otro juez que mantenga bajo secreto las grabaciones de una demanda sobre el uso de la candidata demócrata de un servidor privado de correo electrónico cuando era la máxima diplomática del paí­s.

En el caso de Clinton, un juez federal del Distrito de Columbia determinó que las transcripciones de todas las declaraciones se hicieran públicas, pero mantuvo el secreto sobre los videos. Respecto a Trump, el juez del distrito Gonzalo Curiel —blanco de intensas crí­ticas de Trump— no ha decidido cuándo publicarlos.

 

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