Cuando1322029 Marcos Bruno vio en Internet la convocatoria puso manos a la obra. Envió el proyecto, lo aprobaron y en cinco meses dio a luz a un robot que puede ser usado para instalar GPS….¡en Marte!

“Mi sueño es trabajar en la NASA, quien te dice…” cuenta Marcos, que con 20 años cursa el tercer año de Ingenierí­a Industrial y planea especializarse en mecatrónica en la estatal Universidad de Cuyo, en su Mendoza natal, mil km al oeste de Buenos Aires.

Su proyecto fue seleccionado entre cientos de todo el mundo por The Mars Society, una sociedad cientí­fica estadounidense que trabaja en cooperación con la NASA y cuyo objetivo es impulsar la exploración del planeta rojo.

“Hubo una convocatoria en Internet para presentar proyectos relacionados con Marte. Aplicamos y quedamos seleccionados. Lo construimos en cinco meses y terminamos de armarlo literalmente camino al aeropuerto”, rumbo a Estados Unidos adonde viajó en abril pasado para someterlo a ensayos.

El diseño y construcción fue en coautorí­a con Gabriel Caballero (21 años), estudiante de Ingenierí­a en la estatal Univesidad Tecnológica Nacional (UTN).

“Todaví­a no tiene nombre, lo estamos pensando”, dice aún sorprendido del éxito de su criatura.

El prototipo, un robot apenas más grande que una caja de zapatos con cuatro ruedas, wi-fi y un sinfí­n de conectores, se asemeja a una pequeña patineta con un enjambre de cables, un sensor, un brazo que puede manejar instrumental y una cámara.

“Está pensado para que sea capaz de clavar un GPS en el suelo de Marte. Varios GPS funcionando al mismo tiempo hacen un sistema de posicionamiento global, pero el problema es que si uno se vuela o se rompe, el sistema entero se cae. El robot debe transportar un nuevo GPS e instalarlo para reparar todo el sistema”, explica.

El desafí­o fue pensar un robot capaz de soportar las condiciones extremas de ese planeta distante a unos 225 millones de kilómetros de la Tierra y que aún no fue pisado por el hombre.

El robot fue probado durante dos semanas en una base en el desierto de Utah (Estados Unidos), un centro de ensayos de la NASA que simula las condiciones del planeta rojo.

“Tuve dos semanas para ir realizando los ajustes, lo más difí­cil fue que clavara el GPS en el desierto, lo habí­a probado en el patio de casa, pero allá falló. Por suerte pude solucionarlo”, explica.

El próximo paso es esperar que The Mars Society publique su informe.

“Ojalá la sociedad cientí­fica me abra las puertas para una oportunidad de trabajar con ellos”, se ilusiona.

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