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Especialistas analizaron huesos hallados en el Templo Mayor en los que se corroboró la práctica de comer carne humana del año 900 a 1521

(CNNMéxico) — Los gobernantes, sacerdotes y algunos guerreros mexicas que vivieron entre el año 900 y 1521 después de Cristo en Tenochtitlan practicaban la antropofagia (comí­an carne humana) durante rituales religiosos, concluyó el Instituto Nacional de Antropologí­a e Historia tras analizar fragmentos de huesos humanos de esa época.
“Los individuos (cuyos huesos se analizaron) fueron decapitados y desmembrados, la mayorí­a cuando aún poseí­an tejidos blandos”, según un comunicado del INAH publicado este miércoles en el que también explica que los huesos se encontraron en 2012 en ofrendas del Templo Mayor y recintos aledaños al centro histórico de la Ciudad de México.
“A las ví­ctimas inmediatamente después de ser inmoladas se les descarnaba, ya que una gran cantidad de partes óseas presentaba cortes o alteraciones que fueron hechos en hueso fresco y huellas de que estuvieron  expuestos directamente al fuego”, detalló el arqueólogo Gabino López Arenas, autor de la investigación.
Para los mexicas, las ví­ctimas eran una encarnación de los dioses, o los representaban, por lo que al comer su carne creí­an que entraban en comunión con esa divinidad, según López Arenas, quien analizó cráneos, tibias, peronés, húmeros y mandí­bulas.
Las piernas y los brazos eran las porciones más apreciadas entre quienes participaban en los rituales, mientras que los pies y las manos eran reservados para los sacerdotes y  gobernantes como una distinción, añadió el investigador.
Los rituales donde se mataba y se comí­a la carne de otros humanos se realizaban en las fiestas del primer mes del año, atlcahualo del año en el calendario mexica.
En el mes de tlacaxipehualizli se sacrificaba a las ví­ctimas en el templo de Huitzilopochtli y los comí­an en la casa del guerrero que habí­a realizado la captura.
“Cocí­an la carne y daban a cada comensal un pedazo en una escudilla o cajete”, añadió.
La mayorí­a de las personas sacrificadas eran guerreros, integrantes de “grupos ocupacionales” y eventualmente los tlaloques (ayudantes de los dioses). Podí­an ser de cualquier sexo o edad, y rara vez pertenecí­an a las personas comunes y corrientes o a la nobleza.

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