Alcor-crionizacionHIPERTEXTUAL.- El pasado abril contaba una de las historias más chocantes de nuestro tiempo. La pequeña Matheryn Naovaratpong, de tan solo 2 años, fue crionizada bajo la decisión de sus padres y gracias a los servicios de la empresa Alcor. Matheryn habí­a sido declarada oficialmente muerta por culpa de un tumor cerebral que acabó con su vida horas antes. Sus padres, ambos médicos, decidieron hacer la última de sus apuestas posibles: esperar a que la ciencia algún dí­a tenga respuesta para revivir el cuerpo criogenizado de su pequeña. ¿Podrán reunirse de nuevo, en el futuro? ¿De qué es capaz la crionización? Por desgracia todaví­a queda un camino larguí­simo por recorrer.

Crionización, la esperanza frí­a

La crionización (que no criogenización) es el conjunto de técnicas dedicadas a la criopreservación del cuerpo, es decir, el mantenimiento estático de un ser vivo a lo largo del tiempo. Se basa en el hecho de que a cierta temperatura los tejidos y reacciones detienen su metabolismo (casi) por completo, de manera que podemos mantenerlos indefinidamente. ¿Con qué intención? Como en el caso de la pequeña Matheryn Naovaratpong, de poder alargar el tiempo lo suficiente hasta que la ciencia sea capaz de encontrar una cura para los problemas que le llevaron a la muerte. Porque, efectivamente, es completamente ilegal crionizar a una persona viva. Solo se puede crionizar a alguien recientemente fallecido con la esperanza de que la medicina futura pueda revertir los primeros estadios de la muerte, además de la propia enfermedad. Si esto ya parece difí­cil, a la problemática hay que añadirle los propios obstáculos de la crionización. Aunque existen numerosos cientí­ficos que apoyan, en opinión, esta práctica, lo cierto es que las barreras no son pequeñas.

La primera, y más obvia, es que no sabemos como revertir el proceso de congelación. A pesar de usar numerosos crioprotectores, es decir, sustancias que evitan que el agua cristalice dentro de la célula y destruya los tejidos, esta técnica no es 100% eficiente. Y el cuerpo humano es terriblemente delicado. En especial el cerebro, cuya composición es altí­sima en agua. Existen algunas prometedoras técnicas de vitrificación, que es dotar al hielo una manera “más amigable” de cristalizar. Pero estas también han sido cuestionadas en varias ocasiones. Por otro lado, el siguiente punto es el de revertir el estado. Ahora mismo no se puede revertir el estado de crionización. Sencillamente, no sabemos como hacerlo. Lo que se congela, se muere. Existen algunos casos biológicos que dan pistas de cómo podrí­a conseguirse, pero no son casos de crionización real ni tampoco terminamos de entenderlos. Pero no acaba aquí­ la cosa.

Matheryn Naovaratpong, un nombre más para el debate

Es triste que el nombre de una niña de poco más de dos años engrosara las filas de argumentos esgrimidos para el debate. Matheryn Naovaratpong murió, como explicábamos, de un tumor cerebral contra el que luchó durante sus pocos años de vida. Sus padres han optado por apoyarse en una posible aunque remotí­sima solución. Tan remota que raya lo imposible. Porque aunque superáramos las dos barreras anteriores, todaví­a quedan muchas otras por solucionar. Por ejemplo, que la medicina sea capa de restaurar un cuerpo malherido hasta la muerte por un tumor (como el cerebral). O que sea capaz de devolverle la vida a un cuerpo muerto y congelado. Son dos procesos más de ciencia ficción que de ciencia, por ahora. Pero una esperanza, por pequeña que sea, es más que nada. Así­ lo ven otros familiares que tratan de agarrarse con fuerza a lo único que les queda: una pequeña posibilidad. Pero aquí­ entra en juego la cuestión moral. ¿Debemos apostar por la crionización en el estado actual de la técnica?

Muchos cientí­ficos creen que independientemente de que el futuro nos permita salvar los obstáculos, la forma de criopreservar actual no es suficiente para poder realizar una crionización efectiva. Esto quiere decir que aunque la crionización sea una realidad futura, no se podrí­an recuperar los cuerpos crionizados en esta época. Ante este argumento, los defensores esgrimen que no sabemos hasta donde podrá llegar la ciencia. Particularmente, y sin ser detractor, me parece un argumento demasiado débil. Para echar más leña al fuego, Alcor ofrece servicios de crionización por unos 220.000 dólares (80.000 si es solo neuroconservación, es decir, crionizar solo el cerebro). Algunas evidencias cientí­ficas comienzan a despuntar, pero todaví­a son muy inconexas para que veamos un futuro sólido en la técnologí­a. Por otro lado, la legislación es muy clara: crionizar a alguien vivo es un asesinato. Esto solo dificulta la tarea de recuperar a alguien crionizado ya que en el momento de preservarlo es un cuerpo sin vida. Si en un futuro la ciencia muestra la posibilidad de crionizar a las personas de forma efectiva, habrá que revisar las leyes al respecto. Pero para eso, me temo, todaví­a queda mucho trecho. El camino será largo y tortuoso. Pero cuando la única otra opción es la muerte, ¿qué importa intentarlo con todas nuestras ganas?

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