p40329026México,  (Notimex).- Al hablar del poeta y pensador Octavio Paz, a quien se celebra en estos dí­as con motivo del centenario de su nacimiento, el escritor y editor Alberto Ruy Sánchez expresó: No hay duda, “si fuera un fí­sico, serí­a Einstein, si fuera una montaña serí­a el Everest”.

Lo anterior, añadió en entrevista con Notimex, no solo porque haya nacido con cualidades, sino porque trabajó con un gran esmero para forjarse una manera de reflexionar y pensar el mundo que, al mismo tiempo, es una forma de creación.

Este método lo creó ante la disyuntiva de generar una poesí­a comprometida o un arte puro; él entendí­a que la primera “era mala como poesí­a y se convertí­a fácilmente en propaganda, como algo falso, y la poesí­a pura quedaba como vací­a”, señaló.

Pero Paz encontró una manera en la que estos dos conceptos en tensión se unen, dijo al indicar que ello lo explica uno de sus libros, “El arco y la lira”, ésta es el instrumento con el que el poeta canta y se canta a sí­ mismo, y el primero es el arma del cazador, del guerrero, señaló.

“Entonces, Octavio Paz propone que la poesí­a sea la tensión entre estos dos instrumentos”, de manera que logra crear una poesí­a que se llena de la conciencia al estar en este mundo, de reflexionar sobre las cosas que existen en él y, al mismo tiempo, una lí­rica que busque la excelencia formal.

Ese que es su gran hallazgo necesitaba de un método de pensar el mundo, “y eso hace que él decida tomar al pie de la letra lo que dice Aristóteles sobre la diferencia entre el historiador o el estudioso y el poeta”, recordó.

El primero, señala el filósofo griego, “habla de las cosas que fueron, el poeta habla de las que fueron y de las que podrí­an ser, pero también de las que deberí­an ser. Por eso, el historiador tiene una mirada y el poeta tiene una visión”, expuso el autor del ensayo “Una introducción a Octavio Paz”.

La que asume el autor de “Piedra de Sol” y de “Pasado en claro”, acotó, no es una simple visión del mundo, es una mirada más amplia y profunda de todas las cosas y con una posición firme ante el mundo.

Eso, continuó, fue lo que encontró Paz como método para pensar todo, y lo ejercita, por ejemplo, en “El laberinto de la soledad”, libro donde habla de la historia y de los mitos de ella.

Sin embargo, Paz rápidamente se refiere a la importancia de la fiesta y de la misma manera, velozmente, utiliza diferentes voces, sistemas de estudio para reflexionar sobre México, entre otros, el pensamiento francés, la antropologí­a de los años 50, etcétera, apuntó.

“´El laberinto de la soledad´ es un poema de conocimiento, es un poema de reflexión, es un ensayo poético”, aseveró el editor de “Artes de México”, a la vez que dijo: Y lo mismo hace con sus ensayos, con otros libros, en los que no se queda con la clasificación, sino que reflexiona sobre qué elementos componen al objeto estudiado, y por ello explica, desde entonces, lo que ocurre hoy.

Y esa posibilidad que abre Paz, de vislumbrar las cosas, de explicar entonces lo que sucede hoy, viene de pensar las cosas no como historiador ni como sociólogo sino como poeta, dejó en claro Ruy Sánchez.

Por eso, insistió, el resultado en su persona no fue producto de haber nacido con aptitudes, inteligencia, sino del compromiso de trabajar asiduamente, de leer, pensar, reflexionar profundamente y con un método de gran esfuerzo. Para forjar una manera de estar en el mundo, de ser creador reflexivo como nadie lo hizo en su momento, afirmó.

Por ejemplo, cuando habla de antropologí­a lee, estudia todo lo que hay al respecto y luego reflexiona de una manera creativa, poética. Fue un hombre de su tiempo, pero profundamente, de lo que trasciende, opinó.

Más que un hombre disciplinado era apasionado; como nadie, leí­a, revisaba, tomaba nota de todo, hasta de su correspondencia. Nada dejaba al azar, todo le interesaba y a todo le buscaba una explicación, comentó Ruy Sánchez al establecer que la disciplina se hace como un deber, y a Paz le apasionaba conocer para explicar, crear.

Aseguró que tení­a un gran amor a las palabras, pero no como un fetiche, un objeto, sino por lo que significan; por la pasión de Paz por lo humano, al momento de revelación, al paraí­so que tienen los humanos y que es la poesí­a.

Es, pues, la palabra poética, que no es cualquiera, es como un bisturí­ que penetra en las cuestiones humanas como ningún otro instrumento lo puede hacer, puntualizó.

Ruy Sánchez afirmó que Paz era una unidad asombrosa entre obra y persona, entre poesí­a y lo que decí­a o hací­a. Hay quienes juzgan y piensan que era muy malo como escritor o como pensador, de manera separada, cuando todo en él era una unidad, inseparable una cosa de otra.

Para Paz, subrayó, lo primordial era su obra, por ello no quiso tener agente literario, porque éstos toman decisiones pensando en el número de ventas, en el dinero, cuando al Premio Noble le interesaba su trabajo literario no en las ganancias económicas.

Fue fiel, sin embargo, a su editor en Estados Unidos, porque le pagaba lo justo por sus libros y porque le publicó cuando no era nadie, no tení­a prestigio y lo hizo simplemente porque creyó en su trabajo. Era, pues, un hombre impredecible, expuso.

Respecto a si se valora lo suficiente a Paz en la actualidad, dijo que todos los festejos que han sido organizados para celebrar el centenario de su nacimiento demuestran que el valor se tiene para él es muy grande, lo que es diferente a que se le conozca lo suficiente, y para ello hay que leerlo.

No obstante, aclaró que los libros de Paz se venden mucho, incluso más que muchos otros escritores, y el Premio Nobel de Literatura 1990 muy prolí­fico: en una vida productiva de más de 70 años escribió más de 60 libros.

Pero leerlo con detenimiento es diferente, continuó, y es difí­cil cuando es un escritor con una obra tan vasta, y para ello hay mucha labor que deben hacer los lectores, de ponerse “flojitos y cooperando”, indicó de una manera coloquial.

En ese sentido, aseveró que “yo pienso que el que quiera encontrar algo inesperado y significativo lo puede encontrar” en la obra de Paz. Si es mucho el reconocimiento que se le da, pero siempre hace falta leerlo más, reiteró.

Incluso los jóvenes actuales tienen mucho que encontrar en Octavio Paz; por ejemplo, están más interesados en el arte contemporáneo sobre el moderno, y él escribió de ese arte en su texto sobre Marcel Duchamp; y también habló del amor, del erotismo, en “La flama doble”, ejemplificó. Por eso, ha sido el más grande.

Finalmente, mencionó que una de las cosas más agradables que ha encontrado ahora que viaja por diversas partes y paí­ses para promover su libro “Una introducción a Octavio Paz”, publicado por el Fondo de Cultura Económica (FCE), es ver que los jóvenes están interesados en conocer y leer a Octavio Paz.

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