Imagen5Múzquiz, Coah.- Si bien es cierto el dinero puede ser el factor fundamental para poner en marcha acciones y proyectos enfocados a mejorar la calidad de vida de quienes menos tienen, la bondad, la humildad, pero sobre todo el don de compartir lo poco o mucho que se tiene, marcan la diferencia para que una persona se sienta protegida.
Tal es el caso que se vive en el barrio La Nogalera de Múzquiz, donde la señora Enriqueta Vázquez Palaó, quien desde hace quince años de forma anónima, y sin el afán del protagonismo, se ha dedicado en alimentar a adultos mayores, a personas de escasos recursos, a alcohólicos, y en sí­ a todas aquellas personas de escasos recursos que llegan a la puerta de su hogar en busca de alimento.Imagen13
Creyente y temerosa de la ira de Dios, doña Enriqueta admite que los pasajes plasmados en el evangelio son su principal aliciente para compartir lo poco o mucho que tiene con los más pobres.
“Yo no puedo estar comiendo algo rico y compartir solo sopa o frijoles con los demás, el de arriba me está viendo”, afirma.
Muchas son las personas que a lo largo de 15 años han sido literalmente alimentados por Doña Enriqueta. Algunos ya han muerto. Otros, siguen llegando a la puerta de la humilde vivienda ubicada en el barrio La Nogalera, donde saben tendrán un plato de comida.
Don Juan Franco, es una de las personas que diariamente camina 10 cuadras desde su vivienda ubicada en la colonia Los Frenos, siempre puntual para llegar a la puerta de la casa de Doña Enriqueta, sabe que allí­ encontrará un plato de comida para él y otro para su sobrino Juanito, quien padece parálisis cerebral.
Don Juan, padece una discapacidad mental, señala Doña Enriqueta, pero eso no es motivo como para no mostrarle respeto. “Yo a todos les hablo de usted, no los tuteo”, señaló la modesta mujer al hablar para lacarbonifera.com.Imagen1
“Si tengo un huevo les acompaño un huevo, si no puras miguitas con tomate y cebolla, pero con mucho amor y me siento con ellos”, asegura Doña Enriqueta, quien admite que en ocasiones deja sus actividades cotidianas de lado, pues primero está la responsabilidad de compartir con el prójimo el pan y la sal, tal y como se dice en la iglesia.
Hay personas que hacen suyos los problemas de otros, y brindan su apoyo en el anonimato, este es el caso de Doña “Quetita” Palaó de Múzquiz, en donde diariamente un plato de sopa o frijoles, se convierte en un delicioso manjar, pues va preparado con dos ingredientes invaluables, el respeto y el amor al prójimo.

 

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