DOnald-TrumpEDITORIAL.- Tengo que confesar que he tenido que buscar en lo profundo de mi mente las letras indicadas para escribir estas lí­neas. No quisiera que el sentimiento que me domina después de escuchar  sus palabras, merme lo más mí­nimo la necesidad de explicarle lo que hemos sentido las personas al escuchar su paupérrimo discurso.

Es imposible pensar en algo más vejatorio para los millones de mexicanos que trabajan diariamente y arduamente en Estados Unidos de Norteamérica. Es imposible pensar en un comentario más insultante para los millones de mexicanos que, desde la tierra sagrada de culturas históricas, ven como pisotean el prestigio, la dignidad, humanidad y valores de sus gentes sin un solo argumento válido.
¿Indignación? Es poco. Es poco comparado con lo que se siente cuando alguien se ensaña con un colectivo por el mero hecho de nacer en un lugar diferente. Pero le diré algo. A usted, lo que le falta no es construir un muro para que los mexicanos “basura” no lleguen a Estados Unidos. A usted, lo que le falta es conocer.
Es un ignorante de la realidad.
Deberí­a venir a los Estados Unidos Mexicanos, ver sus amaneceres, pasear por sus costas, escalar sus montañas, conocer a sus pueblos, disfrutar de su gastronomí­a, entender su ingenio, observar su capacidad de trabajo, disfrutar con sus albures, reí­r junto a sus familias en el calor de una carne asada, entender sus valores, destacar sus costumbres, ilustrarse con su cultura, leer a Octavio Paz, ver las pelí­culas de Iñárritu, comer un taco de barbacoa, escuchar a un mariachi, respirar su aire, beber un tequila, y amanecer paseando de la manita con una bella mexicana.
Usted señor Trump deberí­a reí­r y entender a Cantinflas, deberí­a haber educado a sus hijos con el humor blanco del chavo… al fin y al cabo a nadie le hace daño reí­r. Deberí­a conocer a la gran cantidad de mexicanos talentosos en ciencias, pintura, poesí­a, escultura, escritura, arte en general, deportes… jóvenes que serí­an el orgullo de cualquier nación.
Deberí­a conocer la vida de Frida Kahlo, entender el carisma y la valentí­a de Pancho Villa. Deberí­a leer a sor Juana Inés de la Cruz, a la que por cierto la llamaron Fénix de América, y deberí­a ver de cerca como el mexicano mira con orgullo su bandera ondear. Reconocer como personajes ilustres a los que dieron su vida por la independencia y por la revolución.
Deberí­a saber que si un extraño enemigo osara profanar su tierra, los mexicanos lo darí­an todo por su patria y así­ lo refleja su himno, por cierto el más bonito que nunca escuché.
Señor Trump, en resumen, deberí­a usted… no poner un muro en la frontera. Usted lo que deberí­a hacer para dejar de ser ignorante, es venir a México, conocer a sus gentes y su valí­a. Si después de todo eso quiere seguir construyendo un muro. Hágalo, pero en su casa, para que se quede dentro y nos permita vivir en un mundo más bonito, más humilde, más sincero. Porque le recuerdo que por mucho dinero que tenga, conociendo como piensa, cualquier ser humano por muy pobre que sea, tendrá mejor corazón y por tanto, mejor capacidad de liderazgo.
Escuchando sus palabras entiendo el motivo por el que los Tarahumaras decidieron  hace mucho aislarse de la modernidad. Este pueblo es digno de admiración, pues ha preservado muchas de sus costumbres, a pesar del dominio y la imposición de las iglesias europeas.

Por cierto, soy europeo, español. No entro en el grupo de personas que según usted son basura y violadores porque no nací­ en México. Pero ¿sabe qué?  Estoy afincado en México, casado con mexicana y en los próximos meses papá de mellizos mexicanos… ya estoy en trámites para ser, además, mexicano de nacionalidad por elección propia.
Cuando tenga mi pasaporte en la mano, besaré la bandera verde, blanca y roja con el escudo de armas de México…  brindaré por usted y me reiré de su ignorancia. Ahí­ si perteneceré con orgullo al grupo de mexicanos a los que usted, fruto de su ineptitud, tanto desprecia.

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